Las convulsiones como tratamiento en psiquiatría

Abel Fernando Martínez Martín | 08/03/2024 - 11:18 | Compartir:

El reconocimiento del efecto favorable que tenían las convulsiones en la evolución de algunos trastornos mentales severos se remonta a la medicina islámica, al médico persa Ibn Sina, más conocido como Avicena, o al renacentista, alquímico e iconoclasta médico alemán Paracelso, o al neurólogo polaco-francés, quien fuera discípulo de Charcot, Joseph Babinski, entre otros muchos. 

Las convulsiones como tratamiento en psiquiatría
Izquierda: el médico austriaco Manfred Sakel, suministrando glucosa mediante una sonda nasogástrica, tras aplicarle al paciente la terapía de choque con insulina por él creada, para poder sacarlo del coma hipoglicémico causado por la aplicación de la insulina.
Derecha: presentación del Cardiazol líquido, producido por el laboratorio alemán Knoll, un medicamento derivado del alcanfor, que fue utilizado por el médico húngaro Ladislao Von Meduna con los mismos fines en los pacientes psiquiátricos. Los dos médicos de origen alemán terminaron trabajando en los Estados Unidos.

En el siglo XX surgieron métodos terapéuticos extravagantes dentro de la experimentación psiquiátrica, que ya se nos han olvidado, porque solo nos acordamos de los éxitos, como fueron la malarioterapia del médico psiquiatra austriaco y Premio Nobel de Fisiología y Medicina de 1927, el primer psiquiatra en recibirlo, Julius von Wagner-Jauregg (1857-1940), las inyecciones de suero de caballo, de estricnina, calcio coloidal o de cianuro o someter a los locos a bajas temperaturas, todo, afirmaban, con fines terapéuticos.

Las convulsiones entraron definitivamente a la psiquiatría tras el descubrimiento de la insulina por parte de Banting y Best, en los años 20 del siglo XX. Otro médico, nacido en el imperio Austrohúngaro, desaparecido como todos los imperios, hoy en la actual Ucrania, Manfred Sakel (1900-1957), trabajando en Berlín a finales de la década del 20, en una institución psiquiátrica, que fue creada para tratar a los adictos a la morfina y la heroína, empezó a usar la recién descubierta hormona, la insulina, como tratamiento para llevar al paciente al coma hipoglicémico en busca de las "terapéuticas" convulsiones. 

De Berlín pasó, Sakel, a Viena en 1933, donde empezó a reportar un 70 % de mejoría en los pacientes tratados con terapia de choque con insulina; es decir, hasta producir las convulsiones por la hipoglicemia, procedimiento que aplicaba a sus pacientes diariamente. 

Sakel tuvo que salir de Austria por el creciente antisemitismo y se trasladó a los Estados Unidos donde siguió con su terapia de choque con insulina, sosteniendo que, a pesar de las dificultades, las fracturas, el coma o la muerte, registrada entre el 2 y el 5 % de sus pacientes, no le importaba cuán peligrosa fuera la aplicación de la terapia de choque con insulina, pues prometía en los pacientes, débiles y confundidos, "cierto grado de éxito" (1937). 

Este cuestionado procedimiento terapéutico fue usado hasta los años 60 del siglo XX y uno de sus más famosos pacientes fue el matemático estadounidense, especialista en la teoría de juegos y en la geometría diferencial, quien obtuvo el Premio Nobel de Economía en 1994, John Forbes Nash, quien recibió terapia de choque insulínica a causa de su esquizofrenia.

Un año después del anuncio de Sakel, apareció otro medio terapéutico (1935) cuando el psiquiatra húngaro Ladislao von Meduna (1896-1964), a quien se le considera también creador de las terapias de choque, indujo las convulsiones en sus pacientes utilizando un derivado del alcanfor, que fue comercializado como Metrazol en los Estados Unidos, donde terminó trabajando, y con el nombre de Cardiazol en Europa. 

El médico Ladislao von Meduna consideraba que la epilepsia era una enfermedad contraria a la esquizofrenia, lo que se llamaría la teoría de la exclusión; por lo tanto, creía que las convulsiones producirían un efecto terapéutico en la esquizofrenia. Sostenía, Ladislao von Meduna, que padecer una epilepsia protegía al paciente de sufrir una esquizofrenia. 

Los trabajos del húngaro von Meduna inspiraron al neurólogo italiano Hugo Cerletti, como él mismo reconoció, para desarrollar, esta vez no con elementos químicos sino con la corriente eléctrica, un nuevo y, siempre polémico, método terapéutico, basado en los mismos principios, el electroshock o electrochoque. 

En 1938, Cerletti realizó su primera publicación sobre la aplicación de esta terapia electroconvulsiva en los seres humanos, generando controversias académicas y de opinión, tema de nuestra próxima cátedra. 

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Abel Fernando Martínez Martín

Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).

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