El Real Jardín Botánico de Madrid 

Abel Fernando Martínez Martín | 02/07/2024 - 04:15 | Compartir:

El Real Jardín Botánico de Madrid fue uno de los centros que impulsó las reformas borbónicas en la segunda mitad del siglo XVIII, el Siglo de las Luces y de la Ilustración. Creado por Real Orden de 1755, por Felipe VI, dentro de la reforma de las ciencias sanitarias, fue instalado primero a las afueras de Madrid, junto al río Manzanares. 

El Real Jardín Botánico de Madrid 
Oleo del pintor Luis Paret y Alcázar, titulado "El Jardín Botánico desde el Paseo del Prado", que fue pintado entre 1792 y 1799, y muestra la entrada del Real Jardín, en pleno esplendor de la ilustrada y reformista institución del Real Jardín Botánico de Madrid, que fue fundado en 1755. La obra pictórica se encuentra al lado, en el Museo del Prado de Madrid. El Real Jardín Botánico, el Observatorio Astronómico y el Museo del Prado nacieron juntos, en el mismo sitio central de la Madrid ilustrada que crearon los reformistas borbones españoles.

El Real Jardín Botánico era dirigido por un intendente o director, sin sueldo, pero con poder decisorio; cargo que recaía en el director del Real Protomedicato. Su subdirector era el presidente de la Real Botica, que dirigía la política farmacéutica, se informaba sobre las sustancias terapéuticas que llegaban de Ultramar y administraba el monopolio que sobre la quina andina ejercía la Corona española, especialmente en Loja, ubicada en la Audiencia de Quito. 

Protomédico y director de la Real Botica eran miembros de la Real Academia Médica Matritense. Tenía además un primer y un segundo catedráticos y un gran número de jardineros. Los primeros catedráticos y el subdirector fueron militares. Resultado: en las reformas borbónicas españolas, el Ejército, el Protomedicato, la Real Botica y la Real Academia de Medicina confluían en la ilustrada institución botánica borbónica. 

El Jardín nació con un marcado interés sanitario, con el fin de darle formación científica a los boticarios y farmacéuticos. Como centro difusor de la nueva ciencia de las plantas, aclimataba e investigaba sus aplicaciones terapéuticas. El utilitarismo farmacológico fue su característica. En sus primeros años, aunque tuvo alumnos destacados, como Mutis, su labor docente no fue muy activa, a causa de su lejanía de Madrid. 

Su definitivo traslado (1781) a su sede actual, en el paseo del Prado, en el corazón del Madrid ilustrado, en tiempos del rey Carlos III, se acompañó del inicio de las clases de Botánica teórica y práctica, tres veces a la semana, convirtiéndose en el centro de enseñanza científica de los boticarios. Se inaugura un laboratorio químico en 1787. Hoy es un lugar turístico, un museo abierto y un centro de investigación y documentación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

El Real Jardín Botánico incorpora en los estudios y en las investigaciones a las ciencias modernas, a la química y la botánica, con los sistemas de Lavoisier y de Linneo, y origina un importante número de publicaciones sobre botánica, que se difunden por el extenso reino, donde se fundan jardines botánicos, como lo hace, dentro de la Expedición Botánica, José Celestino Mutis en Santafé. 

En las expediciones a América y al Pacífico realizaron dibujos creando grandes colecciones de láminas de plantas, así como acopiaron importantes herbarios, que sirvieron de base para describir nuevas especies para la Ciencia Botánica y que guarda el Real Jardín Botánico de Madrid. Si uno pasea por el Jardín Botánico hoy, dos plantas llaman la atención: la quina, para tratar las fiebres, y el guayacán, para curar la sífilis.

El Jardín Botánico de Madrid reforzó su vocación hacia las utilidades terapéuticas de las plantas y diseñó un plan de búsqueda de plantas medicinales y remedios para enriquecer el arsenal terapéutico médico. Pretendía ser el principal centro europeo para el estudio, herborización y aclimatación de la flora americana. Diseñó un ambicioso programa expedicionario, con afán de apropiarse de la naturaleza ultramarina, en general, y de la americana, en particular, y buscar la aclimatación de las especies exóticas, pero también buscaba revalorizar las economías de plantación de la corona en las colonias americanas. 

En una década, el incremento de especies americanas cultivadas en el Real Jardín Botánico de Madrid, que en 1772 eran solo dos, una década más tarde había crecido mil veces, eran dos mil, destacándose la quina, que se convirtió en remedio contra las temidas fiebres y en objeto de comercio importante para la Corona española; por eso, Mutis trabajó en posicionar la quina de Santafé, que no resultó tan efectiva en las prueba clínicas en los hospitales, como la de Loja.

Se produjo, en las décadas finales del siglo XVIII, un esfuerzo para buscar medicamentos simples, nuevos, potentes, de origen vegetal, para sustituir la antigua polifarmacia galénica, poco efectiva. Su papel en la mejora de los principios activos de las plantas fue clave. En 1808, la Guerra de la Independencia española, ante la invasión de las tropas franceses y, luego, el hecho de que las colonias americanas se convirtieron en repúblicas independientes trajo al Jardín Botánico años de abandono y tristeza.

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Abel Fernando Martínez Martín

Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).

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