A partir del año del siglo VII y durante mil años, los médicos y la medicina hipocrático-galénica, para ese tiempo, aristotelizada y arabizada, se identificaron con la práctica de la uroscopia, palabra que proviene del griego ouron, orina, y skopein, examinar, el principal método de diagnóstico médico de la era medieval y primeros siglos de la edad moderna, pues viene a desaparecer la práctica totalmente en el siglo XIX.
Un momento fundamental de la visita, del pronóstico y del diagnóstico médico realizado por los discípulos de Hipócrates y Galeno en la Edad Media fue el examen detallado de la orina, conocido como uroscopia, una observación rigurosa de la orina del paciente.
Se trata de la práctica de un análisis completamente visual de ese filtrado de los cuatro humores (la sangre, la flema, la bilis amarilla y la bilis negra), como era considerada la orina. Por eso, al médico medieval se le representa vestido dignamente, sosteniendo un matraz de vidrio trasparente, recipiente diseñado especialmente para contener la orina del paciente sin alterar sus propiedades y permitir su examen; el médico se representa pensativo, con la mano en alto y mirando detenidamente la orina del enfermo, siempre al trasluz, mientras la turbidez es la flema, el rojo es la sangre, la claridad es la sequedad del cuerpo y la concentración humedad retenida en el paciente.
El médico interrogaba sobre la hora de la emisión, consideraban más adecuada la primera orina de la mañana; averiguaba sobre el sexo del paciente; su temperamento; sus hábitos alimenticios; y lo relacionaba con la estación del año, con los aires, las aguas y los lugares, para dar un pronóstico y prescribir una dieta, aplicar una sangría o dar un medicamento.
Trataron sobre la orina y la uroscopia -el método de investigación más usado por la patología humoral de los griegos- muchos autores que escribieron en griego, árabe o latín; personajes como Avicena, Rhazes, Constantino el Africano, Hildegarda de Bingen, Isaac El Judío o Arnau de Vilanova. Bizancio, Salerno, Montpellier, Padua y París difunden y le dan prestigio a la práctica médica de la Antigüedad.
El médico aprendía, desde el siglo XIII en la universidad de París, a examinar la cantidad de orina, su color, olor, densidad, turbiedad o claridad, presencia de sangre, sedimentos, cristales, espuma, pero, también, su olor, su textura y su sabor; el médico podía obtener mediante el examen importantes informaciones sobre el estado del cuerpo enfermo por el desequilibrio de los humores.
Sus rivales se burlaban de esa parte de la práctica médica, la de tener que probarla, llamándolos burlonamente a los médicos de la época bebedores de orina. A veces la orina del enfermo se le enviaba a distancia al médico, para eso se diseñaron unas cestas especiales para trasportar el matraz, era precepto que la orina no debía agitarse antes de ser examinada por el médico.
La orina no sólo fue un método diagnóstico de la Antigüedad, fue usada en la medicina popular como remedio, práctica conocida como orino-terapia desde la Antigüedad; también se usó lo orina como método de adivinación y se llamó a esta práctica la Uromancia. La orina, además, fue la base de variados preparados farmacológicos, especialmente medicamentos de uso tópico; fue utilizada en las recetas de los alquimistas; y, también, se usó como mordiente en el proceso de tintura de los textiles.
Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).