Hildegarda de Bingen y la medicina monástica medieval

Abel Fernando Martínez Martín | 26/11/2018 - 13:24 | Compartir:

Consagrada desde su nacimiento a la vida monacal, Hildegarda de Bingen (1098-1179), llegó a ser la abadesa del monasterio benedictino alemán de Bingen del Rin, consolidándose poco a poco como la mujer más influyente de su tiempo, la baja edad media europea. De una familia noble del valle del rin, en Alemania, desde pequeña fue de débil constitución física, sufrió constantes enfermedades, experimentaba frecuentemente visiones místicas y mantenía una importante relación epistolar con los hombres más importantes de su tiempo. Hildegarda fue una mujer polifacética, monja, médica, mística, compositora, lingüista, cosmóloga, autora de muchos libros y además profetisa.

Hildegarda de Bingen y la medicina monástica medieval
Escultura de Hildegarda de Bingen del artista Karlheinz Oswald y miniatura del siglo XIII que representa a Hildegarda de Bingen con sus discípulas.

Hildegarda de Bingen es conocida como la Sibila del Rin o la Profetisa teutónica. En 2012, el papa Benedicto XVI le otorgó a Hildegarda el título de Doctora de la Iglesia, tras reconocerla como Santa. Hildegarda dictó entre 1151 y 1158, en los intervalos de sus ocupaciones ordinarias en la Abadía, varias obras de carácter diverso escritas en latín, dos de las cuales tratan sobre asuntos médicos y dietéticos, el llamado Libro de la sutileza de la diversa naturaleza de las cosas creadas. Cuatro décadas después de su muerte, el libro se había dividido en dos: el Libro de Medicina Sencilla, conocido como Física y el Libro de Medicina Compleja, conocido Causas y Remedios (Causae et Curae). La Física describe en nueve capítulos la utilidad para el hombre de las cosas creadas por Dios más comunes, que tienen propiedades curativas como sucede con plantas, piedras, peces, pájaros, animales, reptiles, los elementos y los metales. Entre los animales terapéuticos aparecen unos mitológicos como el basilisco, el grifo, el dragón o el unicornio. Sobre bases humorales hipocráticas, habla de las aguas, las estrellas, los vientos, recomienda para el tratamiento de la lepra un ungüento compuesto por clara de huevo e hígado de Unicornio y cuenta, de paso, como se deben cazar los unicornios, utilizando para ello como cebo una bella mujer, que debe ser virgen.

El capítulo más desarrollado de su obra médica es el primero, que dedicó a las plantas, de las que tenía Hildegarda amplio conocimiento en sus usos terapéuticos, saber que desarrollaron los monjes en las huertas de los monasterios medievales. La otra mitad, el libro de Medicina Compleja, Causae et Curae, que es mucho más breve, es un tratado original de medicina y fisiología que comienza con la creación del hombre y su dependencia del cosmos, que contiene tres secciones médicas que describen el funcionamiento del cuerpo, regulado por secreciones internas cuyo desequilibrio provoca las diferentes enfermedades.

Hildegarda dedica notable atención a la procreación humana y a sus problemas. En su obra médica insiste en el equilibrio, la moderación y la templanza, que considera necesidades básicas para la vida y la felicidad, por eso, el temperamento es uno de los términos capitales en su libro. Define la esperma como: “La sangre del hombre que hierve en el ardor y calor de la libido arroja de sí una espuma que llamamos semen; lo mismo que la olla puesta al fuego hace espuma a causa del hervor del agua por el fuego”. Sus consejos médicos, casi mil años después, siguen presentes en la medicina popular alemana. Hildegarda de Bingen, a pesar de su crónica mala salud, murió a los 81 años.

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Abel Fernando Martínez Martín

Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).

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