Por miles de años las mujeres chinas deformaron los pies de millones de sus hijas para hacerlos más y más pequeños, hasta llegar a los 8 centímetros. Los primeros datos históricos sobre la dolorosa práctica del vendaje de los pies, que es conocido en Occidente como el "pie de loto" y que buscaba producir unos pies pequeños, al tiempo, limitó la movilidad de las mujeres por motivos estéticos y eróticos en la antigua China. Estos hechos remontan al siglo X, en tiempo de la dinastía Song (960-1279), que cerró las fronteras de la China.
El proceso del vendaje de los pies era muy doloroso y limitaba de forma severa la movilidad de las mujeres. Su implantación en toda China fue lenta pero a su vez constante y se limitó, al principio, a la clase alta y a las personas muy adineradas a causa del comercio. La práctica se extendió de las grandes a las pequeñas ciudades y pasó a las zonas rurales, difundiéndose desde el norte hacia el sur de la China.
La práctica deformadora perduraría durante mil años. Aunque los emperadores de la última dinastía, la Qing (1644-1912), intentaron de varias maneras desacreditar la práctica deformante de las mujeres, el proceso milenario se resistía a desaparecer y solo sería prohibida la práctica tras la caída del último emperador, en 1912, y el inicio de la República Nacionalista China (1912-1949).
El presidente Sun Yat-Sen, médico, político, militar y pensador chino, ordenó la prohibición de la práctica deformadora de los pies vendados con el "Comunicado desde el Ministerio Interior a cada provincia para convencer y prohibir las prácticas de los pies vendados". Desde entonces, la práctica se fue eliminando, pero a paso lento, como se impuso, poco a poco, en ciudades grandes, mientras en las zonas rurales seguía realizándose.
Las madres chinas empezaron a dejar de envolver los pies de sus hijas, pues las leyes y las severas condenas fijadas por el gobierno hicieron replantear la práctica deformante, que, tras la fundación de la República Popular China, fue nuevamente condenada y calificada como una "expresión de la belleza patriarcal" y, en 1949, fue definitivamente prohibida por Mao Zedong.
A principios del siglo XIX, se estima que el 40-50 % de las mujeres chinas tenían sus pies vendados. Para las mujeres de clase alta el porcentaje era cercano al 100 %. Se calcula que más de mil millones de mujeres chinas tuvieron los pies vendados desde finales del siglo X hasta mediados del siglo XX.
En occidente, el anatomista y antropólogo Hermann (1822-1897) publicaba Sobre la deformación de los pies de las mujeres chinas. Más tarde, el médico y antropólogo alemán Rudolph Virchow investigó anatómicamente la práctica china, recurriendo a fotografías de cadáveres, pues nunca Wirchow observó un caso en vivo, pero publicó una monografía sobre el tema, en 1913.
El proceso del vendado comenzaba antes de que los arcos de los pies de la niña se hubieran desarrollado, generalmente empezaba entre los 4 y los 9 años. El fuerte vendaje era un proceso muy doloroso, que se comenzaba a practicar en los meses de invierno. Los pies de la niña se remojaban primero en un preparado de hierbas y sangre de animales que, se suponía, ayudaba a reblandecer piel y músculos y, de esta manera, haría más sencillo el vendado del pie.
Después, se le cortaban las uñas lo más cortas posible, pues los dedos tenían que presionarse contra la planta del pie. A las niñas se les vendaban los pies doblando todos los dedos, excepto el dedo gordo, bajo el pie, con tiras de tela. El riesgo de infección era grande al producirse heridas por el crecimiento de las uñas y gangrenas a causa de la mala circulación en los tejidos por la comprensión del pie.
Mientras se mantenían en esa posición, le hacían presión sobre la pierna y se rompía el arco del pie a la fuerza. Por último, se le colocaban los vendajes, de hasta tres metros de largo, que eran previamente remojados en el preparado de hierbas. La colocación del vendaje se hacía para que la niña no pudiera mover sus dedos ni estirar el pie, y las extremidades se adaptaran a su nueva posición. Para evitar que el vendaje se aflojara, cosían los extremos y, de paso, impedían que la niña se lo quitara. La deformación producida por el vendaje provocaba que el pie quedara doblado en forma de arco.
Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).