El interés por las trepanaciones prehistóricas resurge en la segunda mitad del siglo XIX. En estos ciento setenta años, se ha acumulado una masa bibliográfica que incluye las técnicas, la eficacia de la práctica confirmada por los repetidos casos de supervivencia, la distribución mundial y los más de 10.000 años de esta cirugía craneal.
Todo empieza en el viaje que el militar, diplomático y antropólogo norteamericano Efraín George Squier realiza a Perú (1863-1865), enviado por Lincoln para solucionar el problema del guano, excremento de aves, que servía de abono a ingleses y norteamericanos. Squier adquirió, en Cuzco, un cráneo humano, en cuyo frontal tenía una abertura rectangular. Ante la singularidad del hecho, le pidió, al eminente antropólogo y neurólogo francés, Paul Broca su opinión.
El cráneo, procedente del Valle Sagrado de los Incas, cerca de Cusco, presentaba una trepanación cuadrilátera en el frontal derecho. La trepanación mediante cuatro incisiones paralelas y transversales se utilizó en Sudamérica, pero no aparecen evidencias de ella en Europa. Broca publicó Crane Peruvien (1867), en el Boletín de la Sociedad de Antropología de París, concluyendo que no presentaba fractura ni fisura. Fue datado en el periodo incaico, entre el 1400 y el 1530. Broca señaló el carácter quirúrgico de la abertura y el hecho de que el paciente había sobrevivido. La posibilidad de trepanaciones intencionales fue aceptada a partir de lo dicho por Broca, quien distinguió las efectuadas en sujetos vivos, las trepanaciones quirúrgicas, de las trepanaciones realizadas en los muertos con fines mágico-religiosos.
Prunières fue el primero en usar el término "trepanación", que proviene del griego y significa perforar, taladrar, como Broca significa taladro. Lucas-Championniere fue el primero en considerar (1878) que la trepanación no se usaba como ritual mágico, como se creía, sino era una medida quirúrgica destinada a disminuir la presión intracraneal.
Tanto la deformación craneana como la trepanación son muy frecuentes en Suramérica, donde Perú, Bolivia y el norte de Chile destacan por su riqueza, sus variantes y su variado instrumental. Una investigación sobre las culturas prehispánicas de Perú demostró que la trepanación se practicó en hombres y en mujeres, el 5 % de los cráneos presenta trepanación y el 80 % presenta cicatrización; es decir, evidencia de supervivencia tras la trepanación. El clima seco de la costa pacífica peruana permitió la conservación de más de 10.000 momias precolombinas, de hasta 2.500 años de antigüedad, en la zona arqueológica Paracas. El 5 % de las momias están trepanadas. En Bolivia las trepanaciones se remontan a 1.500 años a. e., en Tiwanaku.
Bandelier, a finales del siglo XIX, recolectó 1.200 cráneos en Bolivia, de los cuales el 5 % (65) tenía trepanaciones y, algunos, múltiples trepanaciones. Arturo Posnasky (1914) describió cráneos trepanados en Bolivia y varios instrumentos de una aleación de cobre y plata, que se conoce como "champi".
En la costa del Perú, 500 años antes de nuestra era, se desarrolló la cultura Paracas, conocida por su riqueza textil y por el hallazgo de 429 fardos funerarios (1925). Los fardos contenían restos momificados con cráneos humanos trepanados y numerosos trépanos de obsidiana con mangos de madera de más de 2.000 años de antigüedad. Julio Tello, arqueólogo peruano, publicó (1912) un estudio de 200 cráneos trepanados, seleccionados de entre más de 10.000, obtenidos de las tumbas de los Yauyos; sostiene que se hicieron para tratar fracturas deprimidas, desprendimientos del periostio, periostitis y, posiblemente, lesiones luéticas. Sugiere el uso en hematomas subdurales o fracturas deprimidas, que producían convulsiones.
Weiss, en Lima (1958), estudió 214 cráneos preincaicos trepanados; el 71 % mostraba signos de curación, en un 56 % la curación era completa y en el 16 %, parcial. Se ha descrito un cráneo con cinco trepanaciones en vida en el Perú. Los hallazgos de cráneos preincaicos con tres orificios, en fases diferentes del proceso de curación y osificación, evidencian que la trepanación se realizó ante mortem y que el sujeto sobrevivió mucho tiempo. En Perú, el 70 % de los cráneos trepanados es masculino.
El doctor Alvarado Reyes (2007) realizó una revisión de la trepanación en Bolivia y concluyó que la práctica se realizó en personas vivas, por los signos de regeneración ósea en los cráneos trepanados, que implica la sobrevivencia del paciente. Algunos cráneos presentan varias trepanaciones, de diferentes épocas, pues unos presentan signos de regeneración completa o casi completa y, otros, regeneración parcial; la no presencia de regeneración ósea equivale a la muerte del trepanado.
Se encuentra una clara relación entre trepanación y evidencia de fracturas craneales o de hundimiento traumático del cráneo, lo que refuerza el fin terapéutico de la trepanación practicada, como lo demuestran, también, los cráneos trepanados con signos de hipertensión intracraneal y la existencia de procesos expansivos cerebrales, aunque existen cráneos trepanados sin ninguno de estos signos, lo que no hace descartar que también fue practicada con fines mágico-religiosos.
Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).