Otros descubrimientos avalaron la importancia de las enfermedades tropicales: la transmisión de la Fiebre Amarilla por el Aedes aegypti a cargo del cubano Carlos Finlay, descubrimiento que se quiso atribuir al mayor Walter Reed, médico del ejército estadounidense; el mosquito Flebotomus en el Kala-azar; las garrapatas en la Fiebre Recurrente; la pulga de la rata en la Peste y el piojo del humano en el tifus exantemático. Por eso, enfermedades como la lepra y la tuberculosis, que no necesitan vectores, no caben, no riman en esta arbitraria clasificación.
El Instituto Pasteur de París, después de crear su filial en Saigón en 1897, crea una filial en el norte de África, el Instituto de Argelia en 1904 y en 1908, Laveran, Premio Nobel de Medicina, funda la Sociedad de Patología Exótica, nombre que los franceses le dan a la medicina tropical. A los tres conceptos coloniales, el de Patología Exótica de los franceses y el de Higiene Tropical de los alemanes, se impuso el británico de medicina tropical que, hace más de un siglo, tenía el fin de preservar la salud de los colonizadores en los malsanos climas tropicales de las colonias, donde la mortalidad europea superaba varias veces las cifras de la Gran Bretaña, sin preocuparse al principio por la salud de los pueblos colonizados.
La medicina tropical como disciplina se puso en evidencia en 1897 con la publicación en Hamburgo de la revista especializada Archivos de Higiene Naval y Tropical. El financiamiento de esta revista médica militar estaba a cargo de la Sociedad Colonizadora de Alemania, sociedad que en 1989 promovió un estudio para determinar la capacidad colonizadora de la raza blanca en el Trópico. Médicos y misioneros son instrumentos de penetración cultural.
Por iniciativa de Patrick Manson y apoyada por la Oficina Colonial del Imperio Británico, se crea en 1898 la London School of Tropical Medicine, al igual que la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool, consideradas las primeras escuelas de medicina tropical, promocionadas como inversión para fortalecer el mercado colonial. En la muy poco tropical Hamburgo, se fundó en 1900 el Instituto de Higiene Marítima y Tropical de Hamburgo y el primer hospital alemán para enfermedades tropicales.
En la primera edición de su libro Enfermedades Tropicales, de 1898, Patrick Manson dirá que utiliza el concepto trópico en un sentido climático no geográfico; dirá que la ciencia moderna ha visto claramente que casi todas las enfermedades son causadas por gérmenes y que muchas enfermedades requieren del servicio de un tercer animal para ser transmitidas. Explicará que la etiología microbiana, los vectores y el clima están directamente vinculados; afirma que estrictamente tropicales solo podrían ser dos o tres enfermedades. Manson reconoce, a partir de 1907, la debilidad epistemológica del concepto, afirma que el término medicina tropical es más conveniente que exacto, que no es una categoría científica, sino una categoría útil y práctica, un nuevo modelo de estudios médicos fundado en el modelo parásito-vector, que demostró ser heurísticamente progresivo y positivo para definir un amplio conjunto de enfermedades.
Sandra Caponi sostiene que la emergencia de la medicina tropical exige algo más que las investigaciones bacteriológicas, exige la asociación con otros saberes, que no pueden ser reducidos a la medicina militar y con otros modos de construir el conocimiento que hasta entonces eran ajenos al tipo de investigación que preocupaba a los pasteurianos. Los microbiólogos deberán asociar sus conocimientos obtenidos en el laboratorio a conocimientos que le eran ajenos como la entomología, la protozoología y la historia natural.
La medicina tropical concentrada en la investigación clínica y de laboratorio de las enfermedades causadas por gusanos y protozoarios, ignoró los problemas básicos de salubridad de las colonias. Europeos y norteamericanos creían que estas enfermedades podían ser eliminadas sin contar con la participación de sus habitantes, pues los parásitos tenían una parte importante de su ciclo vital en vectores y huéspedes intermediarios, que podrían ser fácilmente eliminados erradicando huéspedes y vectores; esparciendo sustancias químicas para matar mosquitos y caracoles, estas enfermedades podrían ser erradicadas.
Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).