La Lepra es una enfermedad con muy fuertes implicaciones culturales y sociales, enfermedad que se percibía desde la antigüedad hasta finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, no sólo como "castigo de Dios", sino como un fuerte obstáculo para el proceso de modernización del país y la libre circulación de mercancías, poniendo en problemas a la burguesía agroexportadora y a las políticas oficiales que impulsaron, sin mucho éxito, la inmigración de europeos.
La imagen de miles de leprosos abandonados por el Estado a causa de la guerra de los Mil Días, que se encontraban deambulando por los caminos de Colombia se internacionalizó rápidamente. En la Exposición de París de 1901, apareció Colombia como el país con más casos de lepra en todo el continente, siendo calificada como "la gran leprosa del continente americano". "Cuando menos se piense Colombia será una inmensa leprosería", sostenía el académico de la medicina Lombana Barreneche en 1903. El presidente de Colombia, Rafael Reyes, manifestó que la Lepra era un problema más importante para el país que el papel-moneda, que los ferrocarriles y que la educación pública, y que sólo era comparable a la Paz. Un grave problema que se debía solucionar prontamente o, si no, Colombia "se convertirá en una inmensa leprosería de la cual huirá la humanidad como de tierra maldita", según palabras del presidente y general. En septiembre de 1904, Reyes envía al Congreso una Circular Urgente, con el fin de extirpar la lepra por medio del aislamiento de los enfermos.
La descripción del bacilo de la lepra, por el médico noruego Armauer Hansen, reafirmó su carácter de enfermedad infectocontagiosa, impulsando el aislamiento de los leprosos en los lazaretos. Esto favoreció las políticas de aislamiento de los leprosos en Colombia, las exageraciones, la abundante legislación expedida por las autoridades sobre el tema, la creación de los lazaretos, el control del Estado sobre ellos y el gasto en la lepra de la mayoría del presupuesto destinado a la beneficencia y a la higiene pública en Colombia. La Ley 104 de 1890 declaró obligatorio el aislamiento de los leprosos en Colombia. Los leprosos son considerados los responsables de la propagación de la enfermedad, y, al tiempo, son tachados de irresponsables, por no aislarse para evitar el contagio de los sanos.
En 15 países del mundo, como parte del intento de controlar la propagación de la Lepra, se acuñaron además monedas especiales, las llamadas "monedas del temor", como estrategia que implicaba el necesario encierro en Lazaretos de los leprosos y de los "sospechosos de serlo" para evitar la propagaciónde la Lepra. La moneda de los lazaretos era de prohibida circulación fuera de esos lugares de aislamiento y su porte tenía la pena de decomiso. En Colombia se hicieron cuatro emisiones de estas monedas entre 1901 y 1928, para los tres lazaretos existentes, Agua de Dios en Cundinamarca, Contratación en Santander y Caño del Loro en Cartagena, en diferentes metales y péqueños valores, por eso la gente llamaba a las monedas de los lazaretos, coscoja, por su escaso valor.
La primera serie acuñada fue la de 1901, que consistió en la emisión de pequeñas piezas de 2.5, 5, 10, 20 y 50 centavos hechas en diferentes aleaciones de cobre, por un valor de 20.000 pesos. La segunda serie fue acuñada en 1907, se introdujeron monedas de 1, 5 y 10 pesos para intercambiar con los billetes en poder de los leprosos, que debían ser incinerados para evitar la propagación de la Lepra en Colombia. La tercera serie es del año 1921, reintrodujo los centavos en níquel en valores de 1, 2, 5, 10 y 50 centavos. La cuarta y última emisión fue en el año 1928, acuñada en bronce y solo produjo monedas de 50 centavos. La mayor parte de estas monedas, hoy en museos y colecciones privadas, se distinguen por tener en el anverso una cruz octogonal, conocida como la Cruz de la Orden de san Lázaro de Jerusalén o Cruz Templaria, con la inscripción lazareto en el centro de la cruz, cruz que también es el símbolo de la Academia Nacional de Medicina de Colombia y del Grupo de Investigación Historia de la Salud en Boyacá de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.
Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).