Debieron aumentar las enfermedades a raíz del encuentro de tres pueblos inmunológica, genética y culturalmente diferentes, americanos, europeos y africanos provenientes de ecosistemas diferentes, con diversas concepciones sobre el enfermar y el morir y con diversos genomas, hábitos, dietas, climas, plantas y animales etc. Se reconoce que el derrumbe demográfico registrado en la América colonial se debió en gran proporción a las epidemias, ante las cuales los aborígenes americanos no tenían memoria inmunológica, igualmente le sucedió, aunque en menor medida, a los españoles con relación a las plagas y las pestes americanas.
España, que fue celta, celtíbera, tartesia, romana, cartaginesa, griega, cartaginesa, goda, cristiana, árabe, beréber, también estaba llena de pensamiento mágico, de España viene en las naos el Mal de Ojo, las estampas curativas, las rogativas, las procesiones, los ensalmos y exorcismos, la brujería, los agüeros, las plantas medicinales y la concepción de que la enfermedad se debe al castigo de Dios, a la ira divina causada por los pecados cometidos por los hombres.
Las figuras médicas de la península Ibérica en tiempos de la conquista son árabes y judíos que son expulsados de España, la Contrarreforma cierra el camino a los descubrimientos de la ciencia en el siglo XVII. España se aísla, se niega a la modernidad, sigue con su medicina medioeval, galénico aristotélica, arabizada, que usa sangrías, emplastos, lavativas, laxantes, piedras bezoares y ungüentos.
Con los conquistadores casi nunca venían médicos ni cirujanos, cuando más barberos y veterinarios. Es notoria la escasez de personal médico y paramédico durante la conquista y durante todos los siglos coloniales. El primer médico titulado que llega a Santafé es el Licenciado Álvaro de Auñón en 1579, los demás son empíricos, comadronas, barberos sangradores que aplican sanguijuelas, ventosas y lavativas, cirujanos-verdugos, algebristas, flebótomos, yerbateros y boticarios.
La antropóloga Virginia Gutiérrez de Pineda en sus pioneras investigaciones encuentra en el Nuevo Reino durante todo el periodo colonial: Protomédicos 16, Cirujanos 31, Barberos 13, Parteras 1, Sangradores 2, Farmaceutas 3, Curanderos 5 y Boticarios 18. En total, en todo el Nuevo Reino de Granada, se registran en los siglos coloniales solo 89 personas vinculadas con la asistencia médica. Quince de ellos en el siglo XVI, 18 en el XVII, 42 en el siglo XVIII y 14 en el siglo XIX.
En Carta de Relación de 1542, el conquistador de México Hernán Cortes, tras ser atendido por médicos indígenas, de las heridas de la batalla de Otumba, escribe al Emperador Carlos V, que no había para qué "dejar pasar médicos a Nueva España, pues los naturales bastaban". En el virreinato del Perú, en 1637, el Doctor Alonso de la Huerta, se opone a la creación de una Cátedra de Medicina en la Universidad de San Marcos, en Lima, según él: "por no ser necesario, porque en este reino hay muchas plantas medicinales para muchas enfermedades y heridas, las cuales conocen mejor los indios que los médicos y con ellas se curan sin haber menester de médicos y lo muestra la experiencia que muchos desahuciados ya de médicos se van (…) a que los curen las indias e indios y alcanzan la salud que no les dieron los médicos".
El cura, humanista y cronista español que nunca vino a América, Francisco López de Gómara, en 1552, en su libro Historia General de las Indias, sostiene que también fueron afectados por las enfermedades, los conquistadores europeos y sobre todo por la sífilis: "Probó la tierra los españoles con muchas maneras de dolencias, de las cuales, dos fueron perpetuas: Bubas, que hasta entonces no sabían que mal era, y mudanza de su color, en amarillo, que parecían azafranados."
Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).