Cuando se habla de la historia de un método terapéutico que fue tan usado y por tanto tiempo como la lavativa, los historiadores de la medicina suelen remontarse al antiguo Egipto, donde, se afirma, aprendieron el procedimiento observando al pájaro Ibis con su curvo pico y diseñando instrumentos con su forma para aplicar las lavativas a los vivos o inyectar el natrol para la momificación rápida de los muertos. El médico responsable de los enemas de la corte ostentaba el curioso título especializado de "Pastor o Guardián del ano del Faraón".
Por siglos, la lavativa se usó en cientos de remedios populares. Fue una práctica común entre los Mayas americanos, en Mesopotamia, en la India y la China, como lo fue más tarde en la Edad Media europea, como lo muestran ilustraciones bellamente coloreadas de la época y, estuvo en boga, siglos después, en la corte de Luis XIV, el rey Sol. Su antecesor en el trono de Francia, Luis XIII, se aplicaba una lavativa diaria con excepción de los días festivos, para un total de 312 lavativas al año. Cortesanos y cortesanas en Versalles recibían diariamente tres o cuatro lavativas en busca de la buena salud y siempre llevaban sus adminículos personales en los viajes que realizaban.
Se usaron todo tipo de sustancias para aplicar en los enemas o lavativas como flores de azahar, rosas, de bergamota y de angélica; antimonio, aloe, hinojo, azafrán, tomillo, anís, vino, aceite de oliva y hasta lavativas especiales existieron, particularmente las de café y de tabaco que fueron muy practicadas. Se usaba la lavativa en todo tipo de enfermedades, ya que se creía que el estreñimiento constituía un grave problema de salud al ascender los vapores de la materia fecal retenida en el intestino, que llevaba a la intoxicación del cuerpo y también a la melancolía. En el famoso aguafuerte del artista renacentista alemán Alberto Durero, que lleva por título precisamente Melancolía, se observa en el rincón inferior derecho del grabado, medio tapada por los pliegues de la falda, una jeringa pequeña de lavativa.
En el rococó siglo XVIII, la lavativa, aliada de la purga y de la sangría, eran los procedimientos más usados en medicina llegando a su cúspide la práctica de la lavativa. Los instrumentos para aplicarla se realizan ahora en materiales lujosos, convirtiéndose las lavativas en verdaderas obras de arte hechas de plata, oro, carey, marfil o nácar. Los boticarios elaboraban todo tipo de prometedores caldos sanadores, rejuvenecedores y potenciadores de la sexualidad y los barberos cirujanos las aplicaban.
A la lavativa de tabaco se le dispensó una entusiasta acogida, se decía que el humo del tabaco tenía una acción depuradora y que el tabaco curaba hasta los espasmos intestinales más severos. Fumando su pipa, el barbero se sentaba y aplicaba la lavativa de tabaco al paciente, que se usaba como tratamiento para los desvanecimientos y, sobre todo, fue publicitada y utilizada la lavativa, como el más efectivo método, casi obligatorio, para reponer a los borrachos.
Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).