Michel Foucault, intelectual de la posguerra europea, logró una gran influencia en el pensamiento contemporáneo por sus novedosos objetos de investigación, como la sexualidad, la locura, el hospital, la clínica, la prisión, la muerte, el cuerpo o el poder, y a su permanente cambio en las metodologías, a lo largo de treinta años de extensa producción teórica que no se puede asimilar a la obra de ningún otro filósofo.
En las primeras palabras de El Nacimiento de la Clínica, publicado hace 40 años, en 1963, Foucault escribe que su libro trata "del espacio, del lenguaje y de la muerte; trata de la mirada", mirada clínica que se constituye en la primera apertura del individuo concreto al lenguaje racional de la modernidad. Foucault afirma que se trata de un discurso extraño y precisa que es un estudio estructural. La búsqueda, añade, implica "el proyecto deliberado de ser crítica", siendo necesario "hacer la separación entre los mitos en los cuales se ha apoyado la medicina y una historia real que se trata de descifrar a través de ellos". Su texto estudia la observación médica y sus métodos.
La anatomía patológica, técnica del cadáver, unida a la clínica hacen que "la vida, la enfermedad y la muerte" constituyan una "trinidad técnica y conceptual". La medicina encuentra en la muerte un modelo natural, único e inmejorable, sobre el que se apoya la mirada médica. La muerte se integra en un conjunto técnico y conceptual, la mirada médica le pide a la muerte "cuenta de la vida y de la enfermedad".
El Nacimiento de la Clínica aborda los finales del siglo XVIII y los primeros años del XIX, periodo en que las formas de visibilidad cambian, periodo que marca un umbral, cuando el negro fondo de la enfermedad (la muerte) sale a la luz, por la "claridad de la mirada" médica, en el espacio del cuerpo humano, estructurándose, en el transcurso de medio siglo, el conocimiento singular del individuo enfermo. La experiencia clínica implicó una reorganización hospitalaria para crear un nuevo espacio colectivo y homogéneo, un nuevo estatuto del enfermo dentro de la sociedad y una relación directa entre la asistencia y la experiencia, el auxilio y el saber. El hospital, como instrumento terapéutico, es un concepto moderno, de finales del siglo XVIII. El hospital, a su vez, empieza a formar una importante colección de documentos, constituyéndose "no sólo en un lugar de cura sino también de producción del saber médico".
El discurso no se puede entender fuera de las relaciones que lo hacen posible. Los médicos libres de teorías encuentran en su mirada el objeto de su experiencia, reorganizando la sintaxis de la enfermedad. El lenguaje se abre para correlacionar lo visible y lo enunciable, al "decir lo que se ve" se "da a ver lo que se ve", constituyendo, fundando la experiencia. Uso completamente nuevo del discurso científico, fiel y obediente a los sentidos que perciben el contenido coloreado de la experiencia.
El campo de origen será el espacio discursivo del cadáver donde se constituye la anatomía patológica, nueva estructura en la que se articulan el espacio, el lenguaje y la muerte. El método anatomoclínico funda una medicina positiva, surgida del encuentro del hombre con la muerte del que nace un discurso científico, racional. La muerte es el a priori concreto de la experiencia médica. Percibida desde la muerte la enfermedad se desprende de metafísicas, se hace legible, abierta a la disección de la mirada y del lenguaje médico: la enfermedad pasa del cadáver a "tomar cuerpo en el cuerpo vivo de los individuos", naciendo la medicina que se da como ciencia del individuo.
Negando lo negativo, la enfermedad y la muerte, la medicina se convierte también en una actividad normativa, que instaura en la vida de los hombres en sociedad las figuras positivas de la salud, de la virtud y de la felicidad. La medicina no se define como clínica, sin definirse, además, como un saber enciclopédico de la naturaleza y como un conocimiento del hombre dentro de la sociedad. Las críticas al método anatomoclínico llegan del polémico Broussais, de su medicina fisiológica y de su teoría de la inflamación, que es anterior a la desorganización anatómica, concepción que desbancará a la lesión anatomopatológica de Bichat. Broussais insiste en el papel del agente irritante externo como causa de la enfermedad.
Este es el gran descubrimiento de 1816, para Foucault, que "desaparece el ser de la enfermedad" y ésta se convierte en un movimiento complejo de los tejidos en reacción a una causa irritante: "ya no hay enfermedades esenciales ni esencias de las enfermedades". La medicina de las enfermedades cede paso a la medicina de las reacciones patológicas, a la medicina fisiopatológica que desarrolla Claude Bernard, a la que se enganchará fácilmente, a finales del siglo XIX, sin muchas modificaciones metodológicas, la medicina de los agentes patógenos, la medicina de los microorganismos, la medicina etiopatológica de Pasteur y Koch.
Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).