Problema frecuente debido a que no se encuentra adecuadamente lubricado.
El síndrome del ojo seco o sequedad de la superficie ocular es un problema oftalmológico muy frecuente y se da cuando el ojo es incapaz de mantener una capa saludable de lágrimas. Las lágrimas de quien lo sufre pueden ser inestables e insuficientes por diferentes razones y esta inestabilidad o insuficiencia lagrimal deriva en inflamación y daño de la superficie del ojo, lo que es molesto para la persona que lo padece, ya que puede sentir ardor o piquiña entre otros síntomas.
Los tratamientos para el síndrome del ojo seco pueden ayudar a que la persona se sienta más cómoda. Sin embargo, en muchos casos se trata de una enfermedad de larga duración y frecuentemente no es posible hacer desaparecer completamente sus síntomas, razón por la cual lo que se busca con su tratamiento es disminuir en la medida de lo posible la intensidad de los síntomas.
Los síntomas del síndrome de ojo seco
Los síntomas del síndrome pueden incluir, entre otros, visión borrosa, especialmente al leer; líneas de moco al rededor o en el interior de los ojos; sensibilidad a la luz; ardor, picazón o enrojecimiento en el ojo, algo que sucede especialmente en lugares con viento o cerca de humo; dolor al utilizar lentes de contacto; y sensación arenosa o abrasiva en los ojos. Asimismo, puede presentarse un fuerte lagrimeo en algunas ocasiones, ya que los ojos producen más lágrimas cuando se irritan debido al ojo seco.
Es importante consultar al oftalmólogo cuando los síntomas del ojo seco impiden realizar tareas diarias.
Las causas del síndrome de ojo seco
El síndrome del ojo seco regularmente se presenta en personas que, en general, tienen buena salud y se vuelve más común con la edad. Tanto hombres como mujeres pueden padecer de ojo seco; no obstante, es más común en mujeres, especialmente en aquellas que ya pasaron por la menopausia.
Asimismo, algunas causas externas comunes del síndrome de ojo seco pueden ser vivir o trabajar en ambientes secos, con viento o aire acondicionado; exposición al sol; usar lentes de contacto durante periodos prolongados; medicamentos diuréticos, betabloqueadores, antihistamínicos, para dormir, antidepresivos o medicamentos para la acidez; trabajar con pantallas de ordenador durante mucho tiempo; haberse sometido a cirugías oculares refractivas; calor o quemaduras químicas; y el uso de gotas para los ojos para otras enfermedades oculares.
De otra parte, algunas enfermedades también pueden ser causas del ojo seco, como la artritis reumatoide, el síndrome de Sjögren, enfermedades de la tiroides y lupus; la blefaritis, que es cuando se inflaman o se enrojecen los párpados; el entropión, que es cuando los párpados se pliegan hacia adentro; y el ectropión, que es cuando los párpados se pliegan hacia afuera.
El tratamiento del síndrome de ojo seco
Como hemos señalado, el síndrome de ojo seco conlleva una inadecuada humectación y lubricación de la superficie ocular, lo que provoca síntomas que, en ocasiones, pueden resultar muy intensos e incluso pueden llegar a ser limitantes para la actividad habitual de quien lo padece, afectando su calidad de vida. En este sentido, es importante tratarse. El tratamiento del síndrome del ojo seco puede darse, en términos generales, agregando lágrimas, conservándolas, aumentándolas o tratando las causas del problema.
- Agregando lágrimas: el oftalmólogo, como primer paso del tratamiento, puede pedir a la persona que use lágrimas artificiales, que son gotas para los ojos similares a sus propias lágrimas. Las lágrimas artificiales se venden en las farmacias sin receta y existen de muchas marcas. Si la persona usa lágrimas artificiales más de seis veces al día o es alérgica a los conservantes, se recomienda usar lágrimas libres de estos, ya que las lágrimas con conservantes pueden irritar los ojos.
- Conservando las lágrimas: el oftalmólogo también puede recomendar bloquear los ductos lagrimales, con el fin de que las lágrimas naturales se queden en los ojos un mayor tiempo. Esto se puede conseguir introduciendo tapones lagrimales de silicona o gel en los conductos lagrimales, los cuales se pueden retirar posteriormente si es necesario, o el especialista también puede recomendar cerrar los conductos lagrimales de manera permanente por medio de cirugía.
- Aumentando las lágrimas: igualmente es posible que el oftalmólogo recomiende usar un medicamento recetado en gotas para ojos, con el fin de maximizar el potencial de las lágrimas propias.
- Tratando las causas: asimismo, el oftalmólogo puede recomendar evitar recibir el humo indirecto, el viento directo y el aire acondicionado, utilizar humidificadores, reducir los medicamentos que puedan generar la resequedad, descansar la vista más a menudo, limpiar regularmente las pestañas y aplicar compresas tibias sobre los ojos, así como masajes en los párpados.