Vida y muerte del endogámico rey de España Carlos II, "El Hechizado"

Abel Fernando Martínez Martín | 19/01/2025 - 16:43 | Compartir:

Carlos II fue el último rey de la dinastía Habsburgo, conocidos en España como los Austrias, maestros del poder obtenido mediante una serie de matrimonios estratégicos, muchos entre consanguíneos, para crear una red dinástica de poder en Europa, pero la endogamia, que les favoreció para aumentar el poder imperial, les terminó pasando su genética factura. Carlos II, casado dos veces, fue incapaz de tener un heredero, el poco ilustrado monarca murió estéril con el siglo, el 1 de noviembre de 1700, Día de Todos los Santos, a los 38 años, dejando paso, tras una guerra de sucesión, a una nueva dinastía, la Borbón, francesa, que empezó con Felipe V y continúa en España con Felipe VI.

Vida y muerte del endogámico rey de España Carlos II, "El Hechizado"
Retrato al óleo del rey de España Carlos II de Habsburgo, cuando tenía 10 años (izquierda) obra del pintor español Juan Carreño de Miranda y (derecha) un óleo de 1685, del mismo autor, retrato de Carlos II, El Hechizado, a los 24 años, 15 años antes de su muerte y la de la dinastía española de los Austrias, en Madrid, donde había nacido el rey de España, el endogámico Habsburgo, en 1661.

De los 34 hijos que nacieron en la rama española Habsburgo, entre Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, hijo de Juana la Loca, hija de los Reyes Católicos y Felipe el Hermoso Habsburgo, y Carlos II, El Hechizado, que vivió 150 años después, 10 murieron el primer año de vida, 17 fallecieron antes de cumplir 10 años y solo 7 llegaron a la vida adulta, sin contar los frecuentes abortos ni los partos con feto muerto. Su tasa de mortalidad infantil cuadruplicaba la de las campesinas de su época.

Mientras una persona tiene hasta 24 bisabuelos y tatarabuelos, Carlos II tenía 16, limitando su patrimonio genético y aumentando los trastornos genéticos y los defectos congénitos. Los austrias se casaban con primos, tías y sobrinas. La madre de Carlos II era también sobrina de su padre y su abuela era, a la vez, su tía. 

De los 73 matrimonios contraídos por la ramas española y centroeuropea de los Habsburgo hasta 1750, 4 fueron entre tíos y sobrinas, 11 entre primos hermanos, 4 entre primos carnales y 8 entre primos segundos, lo que aumentó por 10 el grado de consanguinidad de Carlos II, que tenía la mandíbula inferior pronunciada, característica de los Habsburgo; en Carlos II llegó al extremo, al punto que los dientes de la fila superior e inferior no se tocaban lo que se acompañaba de un labio inferior grueso y colgante y una nariz aguileña con la punta caída.

Carlos II nació en medio de la alegría por el nuevo heredero, el 6 de noviembre de 1661, porque cinco días antes había muerto su hermano Felipe Próspero. La Gaceta de Madrid dió la noticia del nacimiento del heredero: "un robusto varón, hermosísimo de facciones, cabeza proporcionada, pelo negro y algo abultado de carnes". Pero la realidad era otra. Una carta enviada desde Viena al embajador imperial en Madrid, indicaba que "no es varón sino hembra". Luis XIV mandó despejar las dudas sobre el sexo del heredero. Felipe IV les dejó ver al recién nacido vestido, expresándole a Luis XIV que: "El príncipe parece extremadamente débil, tiene en las dos mejillas una erupción de carácter herpético, la cabeza está cubierta de costras, se le ha formado debajo del oido derecho una especie de canal o desagüe que supura".

A  los 3 años no habían cerrado sus fontanelas y no podía mantenerse de pie, hasta los 6 años caminó y a los 9 todavía se desplazaba con dificultad. Hasta los 4 años recibió solo leche materna, alimentado por 14 amas de cría, que cambiaban por los reiterados mordiscos reales en sus pezones. Como a esa edad fue nombrado rey por la muerte de su padre, su madre, esposa y sobrina del difunto, ordenó suspender la lactancia y asumió la Regencia, Carlos II declarado mayor de edad a los 14 años, reinará desde los 16, cuando se deshace de su madre.

Tuvo infecciones bronquiales, dentales, sarampión, varicela, rubeola y viruela; frecuentes diarreas por el prognatismo que le hacía masticar mal y su glotonería, sufrio malaria, eyaculación precoz, hematuría y crisis epilépticas, que le aumentaron al final de la vida. A los 9 años hablaba con dificultad, empezó a leer y escribir y sus accesos de ira eran frecuentes. Tenía 30 años y parecía viejo, tobillos y rodillas edematizadas, casi calvo, usaba peluca, el color de la piel amarillento verdoso, los párpados enrojecidos y el prognatismo acentuado. Empezó a torturarse con la idea de que estaba hechizado o endemoniado para no tener heredero, tenía alucinaciones y su vida fue un tormento. 

Más particulares fueron sus remedios, como ponerle pichones recién sacrificados sobre la cabeza para evitar los ataques convulsivos, entrañas calientes de cordero para aliviar sus malestares intestinales. Carlos II le pidió al inquisidor general que investigara su posible encantamiento y este recurrió a un dominico, vicario del convento de La Ercarnación, en Asturias, con monjas posesas por el Maligno, para que le preguntase en qué consistía el hechizo del rey. El fraile contestó que el demonio había dicho que el rey: "se halla hechizado maléfícamente para gobernar y para engendrar". Se le hizo el hechizo cuando tenía 14 años, "con un chocolate en el que se disolvieron los sesos de un hombre muerto para quitarle la salud y los riñones, para corromperle el semen e impedirle la generación".

Esto dice la real necropsia: "corazón muy pequeño del tamaño de un grano de pimienta, los pulmones corroidos, los intestinos putrefactos y gangrenosos, en el riñón tres grandes cálculos, un solo testículo negro como el carbón y la cabeza llena de agua".

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Abel Fernando Martínez Martín

Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).

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