Los asbestos son un grupo de seis minerales fibrosos producto de la historia geológica de la Tierra. Al enfriarse las rocas, hace miles de años, para originar la corteza terrestre, se formaron en ella grietas a través de las cuales fluyeron minerales candentes acompañados de agua y diversos gases, que al cristalizarse formaron rocas metamórficas fibrosas conocidas como asbestos, compuestos por fibras microscópicas que le otorgan sus conocidas, desde hace también miles de años, propiedades físicas, como la resistencia al fuego, a la fricción, a la abrasión, a los agentes químicos y a los microorganismos, ser un aislante térmico, acústico y eléctrico, además de ser un material disponible, barato y flexible.

El hombre utiliza el asbesto desde hace miles de años. Arqueólogos finlandeses encontraron fibras de asbesto en piezas de cerámica fechadas hace 4.500 años. Una de las primeras citas del asbesto la realiza el médico y filósofo griego Teofrasto, sucesor de Aristóteles quien, en su obra Sobre las piedras, se refiere al asbesto que tenía la propiedad de ser resistente al fuego. Se empleaba en la elaboración de mechas para las lámparas de aceite y para fabricar la famosa antorcha olímpica de los juegos, la Llama eterna, elaborada con aceite y asbesto, que los romanos llamaron en latín: amianto. Plutarco habla de las perennes llamas que iluminaban la Acrópolis que brotaban de lámparas con mechas de asbesto.
La palabra Asbesto proviene del griego y significa incombustible, la palabra Amianto, del latín y significa sin mancha, fue acuñada por el médico griego Dioscórides, en el siglo I, que menciona el uso de lienzos y pañuelos reciclables que entregaban a los asistentes al teatro que, al ser hechos con asbesto, se limpiaban y blanqueaban con fuego para reutilizarlos. Plinio el Viejo denominó asbestos a unas fibras minerales que podían tejerse para formar un lienzo resistente al fuego usaban como sudario en la incineración de los cadáveres. Estrabón, localiza en la isla de Eubea un yacimiento de asbesto. En el siglo VIII, Carlomagno poseía un mantel hecho con asbesto que limpiaba con fuego. Hacia el año 1200, Marco Polo, visita las minas de asbesto en China y acaba con la leyenda medieval que el asbesto procedía de los pelos de la mítica salamandra, animal de forma humana que, para los alquimistas, vivía en el fuego, por eso al amianto se le conoció entre los alquímicos de la Edad Media y el Renacimiento como lana de salamandra.
El uso del asbesto alcanzó su masificación mundial a partir de la revolución industrial, cuando estos minerales resultaron útiles para fabricar máquinas de vapor y generadores eléctricos. En 1820 se registra su primera explotación comercial, cuando el italiano Giovanni Aldini, diseña los primeros trajes de asbesto para los bomberos. En 1828 se inscribe la primera patente en EE. UU., para el uso de asbesto como aislamiento. En la década de 1860 el uso de asbesto llega a su máximo al entrar a ser los productos elaborados con el mineral elementos de seguridad imprescindibles contra incendios en edificios, mezclado con alquitrán para techar edificaciones, en paneles ignífugos, etc. A partir de 1870 comenzaron a fundarse grandes industrias que utilizaban amianto en sus procesos de producción en países como Canadá, Australia, Rusia, Alemania e Inglaterra. A principios del siglo XX aparecen las mezclas de cemento y asbesto, compuestas por un 90% de cemento y 10% de fibras de asbesto, que se aplica en paneles de construcción ligeros de gran resistencia. A mediados del siglo XX el uso del asbesto mezclado con cemento y con plástico se masifica. Cerca de 3.000 productos industriales contienen asbesto. Más del 90% del asbesto utilizado en la actualidad es destinado al asbesto-cemento. La Segunda Guerra Mundial trajo un aumento del consumo de asbesto, que por toneladas se empleaba en la construcción, mantenimiento, aislamiento y reparaciones, en medios de transporte como diferentes tipos de barcos, tanques de guerra, helicópteros y aviones, además de vehículos y viviendas militares. La reconstrucción en la postguerra provocó el último gran impulso al comercio mundial del asbesto y su empleo en revestimientos de amianto pulverizado sobre las estructuras de acero de los rascacielos, sacos de correo ignífugos, purificación de jugos de fruta, vinos y azúcares, en la fabricación de nieve artificial, plásticos, pinturas, empaques, hilo de sutura para cirugía y hasta pasta de dientes.
En 1973, el consumo de asbesto en EE. UU. alcanzó su máximo histórico con 1 millón de toneladas en ese año. Miles de productos se hicieron con asbesto desde vestidos de bomberos, pilotos de Fórmula 1, astronautas y otros textiles termo resistentes como guantes, impermeabilizantes, cubiertas para cables eléctricos y pisos de vinilo. Aires acondicionados, cielorrasos, chimeneas, revestimiento de estufas, frenos, embragues y elementos de la transmisión de millones de autos, vagones de tren y metro, cascos de barcos y cajas fuertes. La lista es interminable: mezclado con cemento está presente en miles de elementos de construcción, en miles de kilómetros de tuberías y miles de metros cuadrados de onduladas y tóxicas tejas, además de miles de metros cuadrados de baldosas y azulejos, tanques de agua, techos y canales, paneles de yeso, productos de papel, miles de litros de pintura, asfaltos, casas de perros, palomares, sumado a envases, paquetería, filtros de cigarrillo, revestimientos y talcos con asbesto que se vendieron como higiénicos y saludables.

Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).