El Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra, al que se conoce también como el Armisticio de Trujillo, fue en realidad dos acuerdos sucesivos firmados entre la Gran Colombia y el Reino de España, los días 25 y 26 de noviembre de 1820 en la ciudad de Trujillo, en Venezuela. Mediante los dos tratados se suspendieron todas las operaciones militares, tanto en el mar como en la tierra, en el territorio de la antigua Capitanía General de Venezuela.
El armisticio confinaba a los ejércitos, Libertador y del rey, a las posiciones que sostenían el día de la firma del documento. Mediante estos dos tratados se acordaba una tregua de seis meses, además de constituir, de hecho, un reconocimiento del reino de España al vencedor, estado colombiano.
En la ciudad de Trujillo, capital de la provincia venezolana del mismo nombre, conocida hoy como Ciudad de la Paz, el general Simón Bolívar había declarado la Guerra a Muerte, el 15 de junio de 1813 a las 3:00 de la mañana; en la misma ciudad se firmó, siete años y medio después, en 1820, el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra en 1820, tratado considerado como un importante antecedente del derecho internacional humanitario (DIH).
Los dos comandantes, Simón Bolívar y Pablo Morillo, se entrevistaron personalmente al día siguiente, el 27 de noviembre, cuando se produjo el célebre abrazo de Santa Ana de Trujillo, día en que fueron firmados, en la noche, ambos acuerdos por los comandantes de los ejércitos en contienda.
Solo hasta el Tratado para la Regularización de la Guerra, firmado dentro del armisticio entre los gobiernos de España (representado por el capitán general Pablo Morillo) y de Colombia (representado por el Libertador Simón Bolívar), en noviembre de 1820, los ejércitos combatientes en la Guerra a Muerte, acuerdan enfrentarse en una guerra civilizada, que proteja a los heridos capturados en los hospitales militares, situados generalmente en la retaguardia de los ejércitos, y se comprometen, también, a darle sepultura a los cadáveres de los combatientes:
“La guerra entre España y Colombia se hará como la hacen los pueblos civilizados (…). Los militares o dependientes de un ejército que se aprehendan heridos o enfermos en los hospitales, o fuera de ellos, no serán prisioneros de guerra y tendrán libertad para restituirse a las banderas a las que pertenezcan, luego que se hayan restablecido (…). Los cadáveres (…) recibirán los últimos honores de la sepultura, o se quemaran cuando por su número o la premura del tiempo, no pueda hacerse lo primero”.
En su artículo 14 consigna el Tratado de Regularización de la Guerra, firmado por los ejércitos combatientes en la ciudad de Trujillo:
“Para dar al mando un testimonio de los principios liberales y filantrópicos que animan a ambos gobiernos, no menos que para hacer desaparecer los horrores y el furor que han caracterizado la funesta guerra en que están envueltos, se compromete uno y otro gobierno a celebrar inmediatamente un tratado que regularice la guerra conforme al derecho de gentes, y a las prácticas más liberales, sabias y humanas, de las naciones civilizadas”.
Se acuerda, en el civilizador tratado, respetar a los no combatientes y se establecen los canjes de prisioneros entre los ejércitos en combate. Acabándose así, aunque tarde, con la terrible Guerra a Muerte que había diezmado la población de Venezuela y la pasada por las armas de los presos, incluidos los heridos de los hospitales de uno y otro bando.
El 24 de julio de 1912, en la Plaza del Armisticio de Santa Ana de Trujillo, en Venezuela, se inauguró el monumento conmemorativo del abrazo entre Simón Bolívar y Pablo Morillo al momento de firmar el Tratado de Regularización de la Guerra (ver fotos), un hecho importante en la historia de la medicina, en la historia de las repúblicas hoy bicentenarias, que es considerado también un importante antecedente del derecho internacional humanitario actual.
Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).