Continuando con las historias del corazón, podemos afirmar que nuestro tardío ingreso como país al mundo de la cultura escrita está vinculado históricamente con dos corazones: el de María y el de Jesús. El primer libro impreso en nuestro territorio, que en ese entonces llevaba el nombre de Virreinato de la Nueva Granada, fue el "Septenario al Corazón Doloroso de María Santísima", que fue "sacado a Luz por el Doctor Don Juan de Ricaurte, y Terreros (1698-1762), Juez Cura, y Vicario Eclesiástico de la Ciudad de Vélez en el Nuevo Reyno de Granada", libro que está fechado en Santafé el 16 de febrero de 1738, seguido por la impresión de la "Novena al Sagrado Corazón", del jesuita Juan de Loyola; libros que se publican con pasta en pergamino en la colonial ciudad de Santafé, en 1739, pues la primera imprenta que existió en el territorio fue traída por la Compañía de Jesús, dos años atrás, en 1737. Uno, un septenario dedicado al corazón de María y, otro, una novena dedicada al corazón de Jesús.
Un importante papel político cumple el Sagrado Corazón a partir del siglo XIX, cuando la Iglesia lo emplea con el fin de combatir a los movimientos liberales, socialistas, masones y anticlericales. Y, efectivamente, la consagración de nuestro país al cardiaco símbolo cristiano tuvo grandes consecuencias políticas, ideológicas y sociales. A mediados del siglo XIX, exactamente en 1856, el Papa Pío IX extendió la fiesta del Sagrado Corazón a toda la Iglesia y terminando el siglo, en 1899, León XIII consagró el mundo y a la humanidad al Sagrado Corazón de Jesús. Los Evangelios sinópticos indican que Jesucristo, el viernes santo, pegó un fuerte grito antes de morir crucificado. El doctor William Stroud, presidente de la Real Sociedad Médica de Edimburgo, en Escocia, propuso en 1847 en su artículo "La causa física de la muerte de Cristo", que esto se debió a la rotura del corazón con hemopericardio, según el doctor Stroud, en la mayoría de los casos, los moribundos emiten un fuerte grito antes de morir.
Finalizando el siglo XIX, en Colombia, el movimiento clerical vive su período de esplendor. Miguel Antonio Caro crea el Partido Católico y la Constitución de 1886 reconoce a Colombia como nación católica, declarando al catolicismo como la religión oficial. La propagación de consagraciones de municipios y departamentos al Sagrado Corazón, a partir de entonces, semeja la incontenible propagación de una epidemia.
El departamento de Boyacá se consagra mediante Ordenanza de la Asamblea en 1892. El fenómeno político-religioso, conocido en nuestra historia como el Plebiscito Nacional, no termina hasta ganarse la consagración total del país. El Sagrado Corazón se convierte así en un símbolo conservador de un país conservador.
En 1902, a finales de la Guerra de los Mil Días, monseñor Herrera Restrepo, arzobispo de Bogotá, propone como medida conciliadora para acabar con el largo y sangriento conflicto entre conservadores y liberales un Voto Nacional; la idea es acogida por los dos partidos combatientes en la Guerra de los Mil Días. El símbolo de ese voto será un templo ofrendado al Sagrado Corazón de Jesús, en la plaza de los Mártires, en Bogotá. El símbolo del Sagrado Corazón se erige en este momento de nuestra historia como garante de la gestión del Estado por la paz, convirtiéndose en símbolo, no de un partido, sino de una nación que se auto proclama, iniciando el siglo XX, "el País del Sagrado Corazón".
Noventa años después, la expresión "Colombia es el país del Sagrado Corazón" se ha utilizados para señalar que en nuestro macondiano país suceden cosas particularmente insólitas. Colombia dejó de ser el país del Sagrado Corazón en el momento en que la Corte Constitucional, en 1994, declaró que la consagración del país al Sagrado Corazón contradecía la libertad de cultos consagrada en la nueva Constitución de 1991. El Sagrado Corazón de Jesús fue declarado insubsistente, sus retratos fueron retirados de los despachos oficiales, poco a poco, sus cuadros fueron desapareciendo de las paredes de las casas y el cardiológico símbolo fue relegado a la religiosidad popular de los colombianos y a una generación que bautizó hospitales, clínicas, IPS y universidades con su nombre y, a fuerza de costumbre, le sigue rindiendo una especial devoción: "Sagrado Corazón de Jesús… en vos confío. Sagrado Corazón de Jesús… danos la Paz".
Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).