Alcohol, historia, cultura y sociedad en la Antigüedad

Abel Fernando Martínez Martín | 23/11/2020 - 11:12 | Compartir:

Hipócrates de Cos, el Padre de la Medicina, recomendaba en sus milenarios escritos "dormir sobre algo blando y beber de cuando en cuando". Los pueblos paganos de la antigüedad, "aconsejaban la ebriedad para relajar el alma", escribe el creador del Ensayo, el humanista francés Michel de Montaigne. Jesucristo hace milagros convirtiendo el agua en vino y el vino se diviniza en la misa al transformarse en sangre de Cristo.

Alcohol, historia, cultura y sociedad en la Antigüedad
Laudano de Sydenham, en un recipiente anterior al año 1900, de 100 gramos, se trata de una tintura alcohólica de opio, producido por el laboratorio farmaceutico italiano Carlo Erba S. A., en Milán, que advierte con una calavera en la parte inferior izquierda, que puede ser también veneno. 
​​​​El famoso medicamento que se usó del siglo XVII al XIX, fue creado por el clínico inglés Thomas Syndeham.

Su papel como excitante sexual se describe a través de la historia. En el siglo I a.E., Ovidio, en el Arte de Amar, define al divino Baco como el: "protector de siempre de los amantes"; Clemente de Alejandría, en el siglo II, atribuye al vino ser causante de lascivia y de precocidad sexual. El poeta inglés Geoffrey Chaucer, en los Cuentos de Canterbury, se refiere así a él: "La boca bebedora engendra lascivia. La mujer ahíta de vino no tiene defensa, y esto lo sabe por experiencia todo libertino". El dios Príapo, es hijo de Baco y de Venus, porque los que beben mucho son inclinados a los deleites carnales, escribe el médico español Soropán de Rieros, en 1616.

En otra parte del mundo, el poeta persa Omar Khayyamn, nacido en el siglo XI, hace loas a la alteración de los sentidos que produce el vino al que llama: "lágrima de rubí". "El vino es vida eterna (…) un sorbo de buen vino vale más que el imperio de este mundo (…) que mil mantos sacerdotales (…) vale más el eructo de un beodo que el rezo de un hipócrita". 

A partir del siglo XIII empezó a usarse el alcohol en la preparación de medicamentos, fue por siglos el vehículo utilizado en la elaboración de fármacos y, también, de venenos. En 1590, el médico Auñón receta, el día anterior a su muerte, al arzobispo de Santafé, Luis Zapata de Cárdenas: "metedlo en una sábana con vino y muy caliente, con lo cual su señoría se sosegó y durmió un rato", cuenta Juan Rodríguez Freyle. 

Thomas Sydenham, el gran clínico del siglo XVII, hace popular el Vino de España, vino, opio, clavo y canela, conocido como Láudano de Sydenham, preparación farmacéutica usada hasta hace poco como sedante, antitusivo, tónico cardiaco analgésico y antidiarreico. Hasta el descubrimiento de la Anestesia, en el siglo XIX, en la cirugía, el paciente era atado con cuerdas, tenido por forzudos ayudantes y anestesiado mediante el alcohol. 

La Lavativa, es una de las tres herramientas que, con la sangría y la purga, completan el arsenal terapéutico de los médicos europeos durante más de trescientos años, de los siglos XV al XVIII. El uso de la Lavativa llegó a su cúspide en el Rococó XVIII. A la Lavativa de Tabaco, le fue dispensada entusiasta acogida en Francia. Fumando pipa, el barbero, sentado, administra la lavativa de humo de tabaco al paciente. Se elogia su acción depurativa, el alivio de problemas digestivos, su utilidad en desvanecimientos y durante mucho tiempo fue obligatoria su aplicación como medio de reponer borrachos. 

Al almirante Cristóbal Colón le ofrecieron chicha cuando pisó por primera vez el continente americano, en su tercer viaje. Según los cronistas, los indios americanos obtenían del maíz el pan y el vino. Los galeones viajaban a América llenos de barricas de vino. Hernán Cortés será el primero en sembrar la vid en México en 1542 y Pizarro introduce en Perú los primeros sarmientos en 1545. 

En la cultura islámica fundamentalista la visión es otra, no toleran el alcohol, en los principios sociales y políticos del Ayatola Khomeini se lee: "Beber vino y bebidas alcohólicas es un pecado capital y está estrictamente prohibido. El que absorba una bebida alcohólica solo conserva una parte de su alma… está condenado por Dios, sus Arcángeles, sus Profetas y sus Creyentes. Sus plegarias cotidianas son despreciadas por Dios (...) El día de la resurrección de los muertos, su rostro se volverá negro, su lengua le colgará de la boca y estará constantemente sediento". 

El Ayatola iraní ratifica la ambigüedad cultural con respecto a lo que llamamos hoy sustancias psicoactivas: "El vino y todas las otras bebidas embriagadoras son impuras, pero el opio y el hachís no". 

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Abel Fernando Martínez Martín

Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).

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