El país quedó estupefacto, unos supertristes y otros muy felices. Y, entre felices y tristes, algunos nos preguntamos si en cuatro años cambiará algo, si algunos dejarán mejorar algo o si, con el ingenio de otros, se podrán obtener buenos resultados. Creo que en estos últimos tres años la naturaleza le ha enseñado a toda la humanidad que no se puede jugar con la salud, pues un pequeñísimo ser, más diminuto que una bacteria, embromó a 8.000 millones de seres humanos, desde los más poderosos hasta los más paupérrimos. Mientras tanto, a pesar de los pesares, en Colombia la Registraduría General de la Nación, una entidad que durante 70 años estuvo siempre cuestionada, demostró que se puede ser honestos, pues ya no podremos decir más: "se robaron las elecciones". No corrió la misma suerte el ICSS o ISS. Algunos tuvimos la buena suerte de nacer en sus hospitales, pero la perversa corrupción lo mató.
Así, esperamos algunas cosas importantes en un nuevo proyecto de salud del nuevo Gobierno, que saque lo mejor de los colombianos y todos quedemos ganando; no se puede hacer un buen negocio perdiendo -nadie trabaja a perdida-, pero ganar al punto de exprimir exageradas fortunas a costillas de la salud de los colombianos es burlarse de quienes no tiene nada en el bolsillo. La satisfacción y lo sabroso son palabras que algunos pueden manipular y hasta llegar a cambiarle su verdadero significado; pero niños bien alimentados rozagantes, sonrientes, eso no se puede inventar, cuando desde su guardería hasta el hospital reciben la mejor alimentación y tratamiento médico-hospitalario. La satisfacción es por lo tanto una alimentación sabrosa, plena de carbohidratos, lípidos y proteínas, para niños bien nutridos y felices.
He recibido una versión de la nueva propuesta de este Gobierno sobre el Sistema de Seguridad Social en Salud (SSSS) para los colombianos y sería muy difícil hacer un resumen de semejante documento, basado en la Ley Estatutaria de Salud, 1751 del 2015. Primero no me tienta criticarla, corregirla o decir que la pasada o actual es mejor. No creo tener suficientes elementos para hacerlo. El ser humano siempre cae fácil en ese acto proclive de criticar sin saber o conocer, creyéndose experto. En la ciencia ese discurso no se puede usar y menos tiene validez. Solo estudiando se aprenderá, solo leyendo se entenderá, solo poniendo en práctica se probará y se podrán medir los resultados y su impacto.
Por lo pronto, lo que puedo adelantar es que se propone cambiar aspectos de gestión y funcionamiento importantes, especialmente aquellos que no funcionaron bien y otros que ni siquiera funcionaron; un sistema de salud basado en acciones jurídicas, como las tutelas, y con médicos mal pagados no muestra real prioridad sobre la salud. También es clave saber que aún es una propuesta de ley, ni siquiera el Congreso la ha aprobado, así que, sin tener aprobado punto por punto, más necio no puede ser tratar de criticar. Si esa ley no es aprobada, entonces, ¿qué sentido tienen estas líneas?
Lo único que tiene sentido es que la nueva propuesta de ley trate de superar la norma actual, por lo menos en asuntos como la disponibilidad de medicamentos, en cobertura universal, en atención tecnológica para todos, en precios asequibles de los medicamentos, en que la base sea el diagnóstico, el examen y no la adivinanza de un recién graduado en un pueblo perdido de Colombia -hasta sin alcohol ni aspirinas- y contar con salarios justos para el personal de salud, así como cada vez más puestos de trabajo y hospitales. La mayoría de estas metas no las alcanzó el sistema actual, a pesar de que algunos ensayaron haciendo magníficos hospitales y centros diagnósticos, como, por ejemplo, SaludCoop, que demostró que invertir en salud vale la pena, pero a la alta dirección de esa empresa se le olvidó que "serruchar" el patrimonio, más allá de las ganancias para beneficio propio, quiebra hasta a una panadería de barrio.
La nueva propuesta está basada en que el financiamiento del sistema lo seguiremos sosteniendo todos los colombianos, tanto el usuario como las empresas; eso no cambia con el sistema actual. Al respecto, creo que es hora de dejar de estigmatizar al lado opuesto y de evitar decir que el sistema lo sostienen exclusivamente los privados, de EPS e IPS, o solo los trabajadores. Eso no es cierto, ya que el Estado también es aportante (FOSYGA/ADRES) e, incluso, los propietarios del parque automotor, con el SOAT, lo son (con el atenuante de que el 50 % son evasores). Todo ese manto de invenciones deberá terminar por aclararse, ya que cada colombiano paga para que el sistema se mantenga. Otra cosa muy distinta es que aquellos colombianos que no tienen trabajo y que se encuentran sin recursos deban ser acogidos por un sistema que implique la universalidad y deban ser integrados al SISBEN; asunto necesario para la universalización, por el bienestar y la salud de todos los colombianos.
Recordemos que las EPS y el SISBEN son dos sistemas independientes y que las EPS no atienden pacientes sin cobertura. Recordemos también que las EPS administran, organizan y garantizan el acceso al POS, mientras las IPS son los hospitales, clínicas o centros de salud que atienden a los pacientes. Hoy sabemos, por ejemplo, que las EPS adeudan a las clínicas y los hospitales aproximadamente 12,6 billones. Entonces, si el Estado le cumple a las EPS, ¿por qué estas no cumplen todas sus obligaciones? Si algunos afirman que el sistema de EPS es un sistema rentable, no se entiende semejante faltante presupuestal.
El viejo sistema no se ha acabado y ya debe hasta su camisa; si un colombiano común y corriente le debe 1 o 2 millones a un banco o a la DIAN lo ponen en Procrédito y lo llevan a la cárcel. Entonces, 12,6 billones de pesos ¿son una bicoca? Esa cantidad puede ser el presupuesto anual de algunos departamentos de Colombia. Algunas clínicas están al borde de la quiebra y las EPS se abanderan como viables con semejante deuda.
Si Colombia tiene muy buenas EPS, ¿por qué estas se niegan a cumplir sus obligaciones mínimas de hacer rentable las clínicas y hospitales? ¿Deben las clínicas y hospitales trabajar ad honorem? Yo, que trato de entender siempre en el buen sentido el mundo de las empresas y también el mundo de los trabajadores, me pregunto: ¿Qué viabilidad hay teniendo en cuenta semejante deuda? Esa cantidad es más de la suma que se le estafó a Ecopetrol con Reficar (8,5 billones de pesos) y a Interbolsa (340.000 millones de pesos). No eran ángeles los que hicieron semejantes estafas y no solamente con deudas pueden funcionar las empresas. Muchos gerentes saben que si es así se cierran. ¿Entonces? Creo que, antes de acabar la vieja Ley 100, lo que primero deberemos acordar es que las EPS paguen sus deudas para demostrar que son rentables. Caso contrario, le están dando la razón a la nueva ley.
Mauricio Corredor Rodríguez
Biólogo de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá; magíster en Ingeniería enzimática, bioconversión, microbiología, Universidad de Tecnología de Compiègne, Francia; PhD en Genética Molecular de la Universidad de París XI - Sud, Francia; postdoctorado en Biología Molecular de la Universidad de Montreal, Canadá; líder del grupo de investigación en Genética y Bioquímica de Microorganismos, GEBIOMIC-UdeA. Profesor de planta del Instituto de Biología de la Universidad de Antioquia, Medellín.