Entre el 8 y el 10 de diciembre The Lancet publicó varios artículos sobre racismo, xenofobia, discriminación y su relación con la salud en el mundo. Fue un verdadero hit, ya que muchos importantes periódicos del mundo replicaron la noticia haciendo alusión a las cuatro publicaciones de ese semanal. Su editor, Richard C. Horton, se arriesgó bastante, dado que las posturas del mundo político y económico sobre el tema no ven generalmente una aparente relación entre dichos asuntos. The Lancet y los autores de esta serie encuentran una estrecha relación de esas injusticias o posturas con la atención en la salud del ser humano en la Tierra y que, en vez de progresos en el tema, la situación no mejora en ningún sentido, pues la pandemia del COVID-19, la guerra de Ucrania y la hiperinflación agravaron más el tema en todas las regiones del mundo, donde ser de otro color o de otro grupo étnico o país o religión son causas para tratar al paciente de forma diferencial, olvidando por completo el juramento hipocrático (la salud del paciente por encima de su sexo, edad, origen, clase social, pensamiento o postura política), con la pérdida incluso de todos sus derechos como ciudadano.
La revista The Lancet (lanceta, objeto que permite sacar una gota de sangre del dedo) es una de las revistas científicas en salud más antiguas y prestigiosas del mundo. El año entrante, la revista The Lancet cumplirá 200 años. La revista científica más antigua del mundo es Philosophical Transactions de la Royal Society, fundada en 1665 (hace más de 350 años), cuando el término latino Scientia aún se validaba exclusivamente como conocimiento, no necesariamente como progreso tecnológico. A pesar de que The Lancet tiene 158 años menos que Phylosophical Transaction, es más antigua que Proceedings de la Royal Society (fundada en 1831) y que la revista Nature, que cumplió 150 años en el 2019. Aunque no es la revista médica más antigua del mundo, sí es la más constante y de las pocas que ha guardado su mismo nombre en sus casi dos siglos. Pocas revistas de todo tipo en el mundo se dan el "lujo" de ser publicadas todavía en papel cada semana, como en el caso de The Lancet, pues las dos de la Royal Society y Nature salen solo cada mes. Es inminente la preponderancia que ha mostrado The Lancet en la salud, la ciencia y la medicina, avalada muchas veces por la OMS y diversas organizaciones estatales de salud.
Pero volviendo al tema que nos atañe, los más de 30 autores de ese importante panel de médicos, periodistas y científicos de esos cuatro artículos sobre racismo en relación con la salud, coinciden en que las diversas formas de discriminación priman sobre la buena atención en salud, impactando directamente el cuerpo de los padecidos, así como manifestándose en estrés, debido a las dificultades diarias padecidas por quienes son víctimas de la discriminación, así como a las limitaciones y a las pocas oportunidades individuales para poder mejorar su salud. Los cuatro artículos de The Lancet coinciden perfectamente en que el problema no es un asunto de algunas etnias, regiones o religiones, sino que es un problema global y en que el asunto ya no se debe tratar más como una cuestión cosmética a mejorar en algún pequeño país o región.
Desde el 2020, a raíz de los tremendos acontecimientos en la pandemia, con la muerte de George Floyd (mayo 25, 2020) y las protestas del movimiento Black Lives Matter, iniciado en el 2015, una importante opinión a nivel mundial abrió el campo a la reflexión dado que el 90 % de la población mundial permaneció en casa y los periódicos hicieron eco y visibilizaron en todos los rincones del mundo varios desafueros, no solo la muerte de Floyd, el golpe de estado en Birmania y la invasión a Ucrania. Lo más interesante es que el tema no surge por solo los acontecimientos coyunturales de la pandemia y de la muerte de Floyd, pues meses antes la importante web australiana The Conversation puso el dedo en la llaga con el artículo de su editora inglesa, Jo Adetunji, 'El racismo perjudica seriamente la salud', publicado el 6 de febrero de ese mismo año, meses antes de la muerte de Floyd e, incluso, de la declaración mundial de la pandemia por parte de la OMS; es decir, ya se presentía que la pandemia comenzaría a dar cuenta de quiénes serían los primeros que iban a padecer las consecuencia de la falta de atención médica y las secuelas se vieron, por ejemplo, en Perú (país que tuvo la mayor tasa de mortalidad mundial del COVID-19), el norte de Brasil (especialmente Manaos y sus entierros masivos que no olvidaremos) y EE. UU. y su población negra y de origen latinoamericano (la más pobre del país, que tuvo la tasa de muerte más alta).
El racismo y la xenofobia no fueron siempre problemas de poblaciones apartadas o minoritarias como erróneamente lo han divulgado algunos libros y periódicos en los dos últimos siglos, ha sido un plan sistemático de poderes económicos y políticos para gobernar a rajatabla, como evidencian casos históricos, tales como la colonización de América, la esclavitud africana, el nacismo en Alemania, el Apartheid en Sudáfrica, las castas hindúes y la discriminación de los japoneses contra los coreanos y chinos en los siglos IXX y XX, entre muchos otros. Al respecto hay mucha documentación a la que se puede acceder sobre las verdaderas aberraciones humanas justificando el racismo, la xenofobia y la discriminación (marcaje de piel, cámaras de gas, etc.). En este sentido, no es coincidencia la discriminación europea actual hacia los migrantes africanos, la discriminación china hacia los uigures musulmanes y, más recientemente, la discriminación del pueblo ruso contra los ucranianos. No hay mejora en ningún sentido a nivel mundial y hasta las tres grandes potencias militares y económicas padecen la tendencia a discriminar, por intolerancia o por no coincidir política o ideológicamente.
El famoso racismo científico o biológico, que ocupó cientos de estudios de grandes pensadores y científicos hasta la mitad del siglo XX, fue un movimiento científico-filosófico que avalaba la superioridad racial sobre los demás grupos étnicos. Recordemos que algunos grandes pensadores, admirados por sus estudios en medicina, antropología, biología, química y física, justificaron el racismo como una verdadera teoría científica, dejando en vergüenza la medicina y la ciencia. Es de ingrata recordación las posturas expuestas sobre el tema en pasajes escritos por: Voltaire, Linneo, Mitchell, Smith, Cuvier, Hegel, Pruner, Haeckel y Buffon, entre muchos otros. No obstante, es importante recordar que estos destacados pensadores y científicos fueron influenciados por la religión y la economía de su época, no se les niega su papel en la época de la Ilustración, pero no se les puede borrar su tendencia hacia el racismo científico. El antropólogo Levi-Strauss, a mitad del siglo XX, termina enviando el término de "razas humanas" al vertedero, ya que no existe una correlación entre inteligencia, genética, antropometría y origen social, dado que es una verdadera falacia científica seguir sosteniendo ese pensamiento humano tendencioso y "favoritista" de unos grupos sociales "bendecidos" por su piel, su solidez económica o intelectual.
Levi-Strauss preparó, por encargo de la UNESCO, el libro 'Raza e historia', que fue un punto de quiebre fundamental, al opinar que la raza es un concepto totalmente ilegítimo para pensar las diferencias humanas. Para la biología actual, después del secuenciamiento del genoma humano, el termino "raza humana" queda ya excluido completamente y sin soporte genético o fisiológico, ya que el color de la piel, por ejemplo, no es un estándar y es el resultado de la interacción de muchos genes para pigmentar la piel de melanina, en tonos mezclados, con sustancias sanguíneas como la hemoglobina o la bilirrubina, entre otras. También el término "diversidad" dentro de la especie y entre especies ha adquirido mayor vigor científico biológico, por ser de más eficacia biológica o evolutiva, pues el término "raza" ha tenido un soporte étnico, religioso y social con pobre o nulo valor biológico-científico actual, tanto sobre el humano como sobre las especies. Hoy se acepta el término "raza" sólo para animales domesticados y tiene muchos otros sinónimos (cepa, biovariedad, etc). Es la diversidad la que enriqueció los ecosistemas y la razón de ser de la naturaleza terrestre, sin ser una excepción la humana.
En realidad, si no existen biológicamente "razas humanas", el racismo intelectual no debería existir, dado que lo que ha existido en realidad es la xenofobia o la discriminación hacia un grupo étnico, religioso o social. Si somos consecuentes, a futuro, el término "raza humana" será peyorativo y algunos himnos de países o regiones tendrán el problema de retirar o reemplazar la palabra "raza" para no ofender a las demás etnias o grupos culturales. Sin embargo, no me atrevo a sugerir que se elimine el término "racismo", que ha significado tanta injusticia y estigmatización social. Lo que sí parece ser es que, con estas importantes publicaciones de The Lancet sobre el tema (racismo, xenofobia y discriminación), se deja claro que este ha sido un mecanismo para eliminar competidores, para favorecer a grupos privilegiados, para permitir, en últimas, posturas que destruyen el equilibrio entre comunidades, etnias y ecosistemas, a fin de explotar sin límites los recursos terrestres, favorecer la corrupción y el tráfico de estupefacientes, imponer posturas ideológicas y, además, impedir el acceso a la salud, ya que ello implicaría mejorar la calidad de vida de un grupo o grupos indeseados por algunos.
Existe todavía una actitud discriminadora en toda América hacia las etnias amerindias. Los recientes hechos en el Perú dejan un tufillo de una posible discriminación de castas, sembrada en el Congreso, entre sus miembros un congresista neurobiólogo que ascendió en carrera política meteórica, parecida a la de su expresidente, y quien abandonó su profesión científica exitosa para promover en el Congreso de su país la caída de su presidente, declarándolo intelectualmente “no apto moralmente” (términos usados, pero no considerados en la constitución peruana), ¿inferior quizás? Talvez por no pertenecer a las viejas clases altas del país, creyéndolo inferior por no tener orígenes europeos o nipones. Quizás esas viejas castas que han gobernado el país se resisten a pensar que un nativo de origen inca puede manejar los destinos de ese país. Puede que erre el tiro, pero tanto el Congreso como el presidente del país vecino no hicieron alarde de su altruismo, talento, idoneidad y civilidad, dejando a los ciudadanos y a la sociedad en el vacío y la zozobra. Por eso no es coincidencia que Perú haya tenido una de las mayores tasas de muertes a nivel mundial por COVID-19, pues el desajuste político y social en que vive el país se manifestó en su incapacidad para mantener el control de la pandemia y privilegiar la salud de toda su población. Considero que el pueblo peruano se merece algo mejor.
El asunto de la discriminación es tan grave en el mundo que algunas religiones están implicadas en la discriminación directa a la mujer, como por ejemplo en el mundo musulmán, donde puede ser incluso golpeada en la calle por su marido, con permiso de las leyes; es decir, la puede lesionar y su salud no vale nada. Pero, si en el resto del mundo llueven injusticias y discriminación, por nuestros países no escampa desde el Salto del Ángel hasta Machu Picchu, donde la discriminación, basada en una supuesta superioridad intelectual, ideológica o económica, prima sobre el cuidado de la salud. La salud debería ser un derecho y no una constante disputa, especialmente para la civilización latinoamericana (etnia que mezcla los orígenes amerindios, africanos, europeos y hasta los asiáticos, más parecidas a las castas hindúes que una sociedad moderna). Es posible que la discriminación social e intelectual latinoamericana no nos haya permitido crecer como países desarrollados y sea una de las culpables de nuestro atraso sanitario, social, científico y tecnológico. Para muestra, un botón: quienes reciben la peor atención en salud en Latinoamérica son las etnias amerindias. No es coincidencia recordar lo que cantaba León Gieco: "cinco siglos igual".
Nota al margen: el gobierno holandés esta semana reconoció y brindó sus excusas ante sus regiones de ultramar caribeñas (viejas colonias) por su actitud de discriminación, xenofobia y racismo hacia los habitantes de esas regiones en los siglos pasados. Enhorabuena.
Mauricio Corredor Rodríguez
Biólogo de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá; magíster en Ingeniería enzimática, bioconversión, microbiología, Universidad de Tecnología de Compiègne, Francia; PhD en Genética Molecular de la Universidad de París XI - Sud, Francia; postdoctorado en Biología Molecular de la Universidad de Montreal, Canadá; líder del grupo de investigación en Genética y Bioquímica de Microorganismos, GEBIOMIC-UdeA. Profesor de planta del Instituto de Biología de la Universidad de Antioquia, Medellín.