La papa fue considerada a la llegada de los europeos al Nuevo Mundo como un "alimento de indios" y fue despreciada en Europa en los siglos XVI y XVII, en que fue solo utilizada como alimento para los animales, hasta el siglo XVIII, con la llegada de la Revolución Industrial y el aumento de la población, se popularizó el tubérculo andino por toda Europa.

El gran obstáculo para el consumo de papa fue desde el principio cultural, ya que era considerada alimento del ganado y no de humanos. Fue necesario el fuerte crecimiento demográfico, que se produjo en el siglo XVIII, para que comenzase a cultivarse la papa en las colinas y laderas montañosas, con la difusión revolucionaria de dos conocidas plantas americanas, un cereal y un tubérculo, el maíz y la papa, que habían sido importados de América dos siglos atrás.
Desde finales el siglo XVIII y hasta 1815, dos potencias del momento, Inglaterra y Francia, libraron una guerra, el primer jinete del Apocalipsis que aparece en esta historia, un conflicto bélico que afectó gravemente la economía irlandesa al subir el precio de los cereales, lo que motivó que Irlanda pasara de una economía ganadera a una agrícola, produciéndose un aumento de la mano de obra y un incremento de la población, haciendo que su dieta variara por los precios.
Lo anteriormente descrito, generó una grave crisis alimentaria en Irlanda y fue la papa la que cubrió esta necesidad, debido a que su cultivo era fácil y la producción superaba en cantidad a cualquier otro alimento, convirtiéndose para los irlandeses en un monocultivo, hasta que, en 1845, una plaga de hongos, una roya que atacaba la papa, se expandió por Estados Unidos y Europa llegando a la isla de Irlanda, llevándola a la catástrofe con la ayuda de Inglaterra.
El microorganismo responsable de la hambruna irlandesa de la papa, el hongo phytophthora infestans, se conocía también como tizón tardío o mildiu, y pudo haber llegado de los Estados Unidos, según las últimas investigaciones.
Solo después de la llamada Gran Hambruna en Irlanda, los vecinos ingleses empezaron a utilizar la papa, hasta que se generalizó su consumo en Europa y en todo el mundo. En 1845, la isla de Irlanda, que en la práctica era una especie de colonia del Reino Unido, con una población pobre, que alcanzaba los ocho y medio millones de habitantes, que eran mayoritariamente católicos, sufrió un desastre alimentario sin precedentes, del que no lograría salir durante cinco años y del que aún no se ha recuperado en términos demográficos.
Con la hambruna de la papa llegaron las enfermedades, dos viejos compañeros, otros dos jinetes del Apocalipsis, de esta manera, llegaron para complicarlo todo aún más, la fiebre tifoidea, la gastroenteritis y el cólera asiático, aumentando la morbilidad, la mortalidad y la migración irlandesa.
La lamentable inacción del Gobierno británico del momento, que era protestante y defensor de la no intervención del Estado, no ayudó en nada a la crisis alimentaria de Irlanda; una actitud que ha sido calificada de genocida y de racista por parte de los ingleses contra los colonizados irlandeses, que empeoró aún más la situación de los pobres de la isla británica que morían de hambre.
Mientras las plantas de la papa también se morían, poco a poco, por el hongo epidémico que las afectaba hasta las raíces, los trigales, que eran propiedad de los ricos terratenientes ingleses, gozaban de muy buena salud, pero los irlandeses no podían acceder al trigo ni al pan y, por el hongo, tampoco podían acceder a la papa.
Se calcula que la hambruna de la papa irlandesa causó la muerte de más de un millón de personas en Irlanda, obligando a desplazamientos internos, hacia los pueblos y las ciudades, de miles de personas y a las emigraciones masivas irlandesas sucedidas entre los años 1845 y 1848, sobre todo hacia los Estados Unidos de América, población que se calcula en otro millón de irlandeses.
La población de verde de la isla británica, tras superar la Gran hambruna de la papa que marcó su historia, disminuyó entre un 20 % y un 25 %, tanto así, que la población anterior a la hambruna no se ha recuperado aún en Irlanda, más de 170 años después, en la tercera década del siglo XXI.

Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).