La terminología anatómica internacional, que persigue los epónimos, los denomina huesos suturales; pero seguimos llamándolos huesos wormianos, por el nombre del médico naturalisra danés Ole Worm (1588-1654), quien fuera el primero en describirlos con todo detalle. Como era costumbre en su tiempo, el médico, coleccionista y naturalista firmaba su trabajo con el nombre latinizado de Olaus Wormius, castellanizado como Olao Wormio.
Ole Worm, de familia acomodada, después de acudir a la escuela en Aarhus, su ciudad natal en Dinamarca, continuó su educación en la Universidad de Marburgo (1605), obtuvo el título de Doctor en Medicina en la Universidad de Basilea (1611) y el de Maestro en Artes de la Universidad de Copenhague (1617), donde enseñó física, medicina, latín y griego. Trabajó en Londres, pero se estableció definitivamente en Copenhague, donde fue el médico de cámara del rey Cristian V de Dinamarca. Hay que destacar que Ole Worm permaneció ejerciendo en Copenhague durante la devastadora epidemia de peste, de la que los médicos huían lo más pronto y lo más lejos posible.
Fundador de los estudios sobre la antigüedad nórdica, Worm fue coleccionista de textos rúnicos y especialista en literatura escandinava primitiva. Ole Worm nos interesa por ser un naturalista, un recopilador de un “gabinete de curiosidades”, una “cámara de maravillas”, el antecesor de los modernos museos, que poseía una nutrida colección de especímenes raros, cráneos, fósiles, flechas y cuernos de narval, como se puede apreciar en la imagen.
A Ole Worm lo recordamos como anatomista, por sus aportes a la embriología y por la descripción de los huesos suturales del cráneo. Muchos médicos debieron de conocer estos huesos inconstantes pero frecuentes, sobre todo en la sutura lambdoidea, que, en ocasiones, llegan a ser grandes, pero no escribieron sobre el hallazgo. La primera descripción detallada la hizo, en latín, el médico danés Ole Worm, en carta fechada en Copenhague (1643), a su sobrino, colega y compatriota Thomás Bartholini, que decía:
"Recuerdo que te escribí sobre los huesos lambdoideos; pero como los que cuando dibujaba parecen recortados, repito, sólo pueden ser uso de cualquiera. En el año 1628, ante un público numeroso, hice una demostración y expliqué los huesos del esqueleto humano. En la propia sutura lambdoidea encontré seis pequeños huesos que perforaban ambas capas del cráneo y que nadie, que yo sepa, había notado antes [...] Son de varias formas, triangulares, oblongas, ovaladas [...] El clavo máximo no supera una pulgada [...] no puedo ocultar aquí que, en diferentes cráneos, el número, el tamaño y la forma, así como la posición, de estos huesos varían [...]"
Epístolas medicinales de Thomas Bartholini, escritas por eruditos o para eruditos, 1840. Epístola XXIX De los huesos en la sutura lambdoidea.
Tras esta misiva de su tío, Thomás Bartholini decidió bautizar los nuevos huesecillos como Ossa Wormiana; es decir, huesos wormianos, y así hemos seguido llamándolos los médicos de todo el mundo.
Naturalista, Wormius recogió una gran colección en su Gabinete de Curiosidades, que incluía desde artefactos nativos del Nuevo Mundo a animales disecados o fósiles, sobre los que especuló. Ole Worm compiló grabados de su colección, así como especulaciones sobre su significado en un catálogo de 389 páginas que organizó en cuatro tomos, de su Museum Wormianum, que fue publicado un año después de su muerte por su hijo, en 1655, que lo convirtió en el más conocido de los Gabinetes de Curiosidades.
Worm fue el primer naturalista en determinar, en 1638, siglo XVII, que los unicornios medievales no existían y que los utilizados en medicina como cuernos de unicornio eran en realidad cuernos de narval, una ballena dentada de tamaño mediano que tiene un cuerno largo en el extremo cefálico del cuerpo. El médico danés realizó experimentos en los que envenenaba animales domésticos y luego les daba cuerno de narval para estudiar sus efectos curativos.
Otras investigaciones empíricas, que realizó el médico naturalista, incluían demostrar que los leminngs eran unos pequeños roedores del bosque, con hocico chato y patas pequeñas, que tenían órganos genitales para reproducirse y que no se generaban de forma espontánea, como se sostenía. Estudió también las piedras bezoares y, además, Ole Worm nos proporcionó los primeros dibujos detallados que existen acerca del ave del paraíso y del pingüino gigante.
Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).