El tifus exantemático era conocido por los médicos renacentistas españoles que lo denominaron en sus textos morbus lenticularis, tabardillo o pintas, por las lesiones dermatológicas que producía que eran "semejantes a las picaduras de pulga". El tabardillo fue una enfermedad de reiterada aparición en la segunda mitad del siglo XVI español, vinculada generalmente con los ejércitos que la sufrían y la dispersaban.
El tabardillo, enfermedad trasmitida por diversos tipos de ácaros, que no se conocía en el Nuevo Mundo, llegó al Nuevo Reino de Granada en 1629 con las tropas del Marqués de Sofraga, nombrado presidente del Nuevo Reino de Granada; entró, como casi todas las epidemias coloniales, por el puerto de Cartagena y luego se presentó en Santafé entre los años 1630 a 1633, tiempo en que fue denominada Peste general, también conocida en la historiografía médica colombiana como Peste de Santos Gil, por un famoso notario público de Santafé, pues a favor de él testaron las víctimas de la enfermedad que no tenían parientes declarándolo su heredero, convirtiéndose sin quererlo, el escribano Santos Gil, en la más acaudalada de las víctimas del Tabardillo, al morir también él en la Peste general, que también cobró la vida del arzobispo del Nuevo Reino Bernardino de Almansa. El arzobispo Almansa, antes de la Navidad de 1632, salió de Santafé para la visita del arzobispado, pero en la villa de Leiva, en plena visita enfermó de la Peste general donde murió el 27 de septiembre de 1633.
La epidemia de 1633 fue la más virulenta: "la grande aflicción y aprieto en que esta ciudad (Tunja) está y se halla con la rigurosa peste que hay en ella y muertes muy ordinarias", razón por la cual piden nuevamente el taumatúrgico cuadro de la virgen de Chiquinquirá que traen en multitudinaria procesión y alojan en la Iglesia mayor, como único remedio ante la epidemia. La Peste general de 1633 diezmó la población indígena del altiplano y afectó también a españoles, a los esclavos negros y a los mestizos; también fallecieron varios encomenderos. El resultado de la confluencia de dos epidemias, una de viruela con otra de tifus exantemático causó la alta letalidad.
Los jesuitas que, en el siglo XVII, eran los únicos que tenían algunos conocimientos médicos y además una botica, se destacaron en la atención de la epidemia de Tabardillo: "en los pueblos de esta jurisdicción, así de españoles como de indios, fue grande la mortandad". La epidemia de Santos Gil afectó a Cartagena de Indias, Santafé, Fontibón, Tunja, a la villa de Leiva y a Pamplona. Nuevos brotes de tifus exantemático se presentaron en Santafé en 1639. El historiador médico del siglo XIX Pedro María Ibáñez la definió como una "fiebre epidémica". Una nueva epidemia se registra en 1688, que fue conocida como Peste, epidemia que duró largo tiempo y que causó numerosas víctimas.
Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).