El 5 de noviembre de 1929, el mismo año en que Frank Norman Wilson mejora el Electrocardiograma mediante la introducción de derivaciones unipolares en las paredes torácicas, aparece en la principal revista científica alemana del momento una comunicación de dos páginas y media titulada 'Sondado de la parte derecha del corazón'. El artículo lo firma Werner Forssmann, un médico alemán de tan sólo 25 años, quien informa en su artículo sobre la auto-experimentación llevada a cabo mediante un catéter bien engrasado, que él mismo se introdujo por sus venas, desde el codo izquierdo, empujándolo hasta la cavidad derecha del corazón, sin sentir especial dolor. A pesar de que sus colegas habían desistido de realizar ensayos similares en seres humanos, porque que consideraban el procedimiento invasivo muy peligroso, el joven doctor Forssmann estaba convencido de que la prueba era realmente inofensiva. Con el propósito de demostrar su hipótesis, pidió permiso a su jefe y profesor, el doctor Schneider, para realizar un cateterismo cardiaco en un paciente hospitalizado. Forssmann recibió un rotundo "no" por respuesta, pero sin amilanarse, volvió a pedir una nueva autorización para demostrar su teoría siendo esta vez él el sujeto de la prueba. Forssmann volvió a recibir una rotunda negativa por parte de sus jefes.

En atrevida y arriesgada actuación, Forssmann, ante las reiteradas negativas de sus jefes, decidió someterse a la auto-experimentación, desobedeciendo las órdenes de sus superiores y recibiendo fuertes críticas por parte de sus colegas. Forssmann logra convencer a la enfermera de pabellón, Gerda Ditzen, para que le colabore en su clandestino experimento. En el verano de 1929 y luego de una incisión, que él mismo se hizo en el pliegue del codo izquierdo, se punciona una vena con una aguja metálica de grueso calibre, a través de la cuál logra introducir, poco a poco, hasta 30 cm, un catéter ureteral, el único que encontró adecuado en el hospital berlinés donde trabajaba. Con el catéter a medio avanzar, Forssmann camina hasta la sala de Rayos X, ubicada en el sótano del hospital berlinés y, bajo radioscopia y con un espejo, logra introducirse el catéter 65 cm y llega a la aurícula de su corazón. Indica entonces Forssmann al tecnólogo en RX, que le tome una radiografía para poder demostrarle a su maestro que la cateterización del corazón se podía hacer sin riesgos. El 13 de septiembre de 1929, Werner Forssmann envía un corto reporte sobre la cateterización a la más famosa revista médica alemana, que publica el artículo. Forssmann, que en ese momento era médico asistente en el Hospital Charité de Berlín, es expulsado por su jefe tras leer éste la publicación del artículo, diciéndole: "¡Con estos números se presenta uno en un circo y no en una respetable clínica alemana!".
Quedarse sin trabajo, no lo aleja de sus propósitos, en 1931 Forssmann informa sobre la realización de imágenes contrastadas de las cavidades cardíacas, mediante la introducción de un catéter experimentando con animales. Werner Forssmann decide especializarse en cirugía general y urología. Durante la Segunda Guerra Mundial ingresa al partido Nazi y participa en el frente ruso. Finalizando la guerra es tomado prisionero por los aliados y, debido a sus antecedentes nazis, se le prohíbe ejercer la medicina hasta los años 50, cuando vuelve a su práctica de urólogo en un pequeño pueblo alemán. 27 años después, el mundo científico le reconoció sus méritos y, en 1956, le conceden el Premio Nóbel de Fisiología y Medicina, junto a André Cournand y Dickinsons Richards. El Premio Nóbel fue concedido a los tres médicos: "Por sus descubrimientos acerca de la cateterización y la patología de los cambios del sistema circulatorio".

Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).