Sobre longevidad y filosofía en la historia

Abel Fernando Martínez Martín | 09/11/2020 - 04:33 | Compartir:

Envejecer no es una enfermedad, es una parte de la vida. Si fuéramos más precisos tendríamos que afirmar que se envejece a cada instante, segundo tras segundo, minuto tras minuto, día tras día; no cuando se llega a los 60 ni a los 65 años de envejecimiento continuo. Se empieza a envejecer en el instante que el óvulo se une con el espermatozoide; vivir implica crecer, crecer envejecer; vivir implica morir, por eso, como en los códigos de barras de los productos del supermercado, en nuestro código genético también va inscrita nuestra fecha de vencimiento fijando cuantas vueltas daremos en nuestra vida al Sol viviendo en la corteza del planeta Tierra, eso claro, si retorna a nuestro país, amenazado por pandemias y violencias, la muerte natural.

Sobre longevidad y filosofía en la historia
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A pesar de todos los deterioros que produce la existencia humana, que en todas las personas se manifiesta de manera particular, podemos afirmar que producto de la vejez son las mejores obras de la cultura universal: el pintor español Francisco de Goya, quien a los 66 años graba los Desastres de la Guerra y a los 74 años, sordo, produce en su Quinta, ubicada a las afueras de Madrid, su impresionante serie de la pintura negra, pintando al óleo sus paredes que terminaron pasadas a lienzo en las salas más visitadas del madrileño Museo del Prado. 

Entre los casos de madurez creativa se puede incluir también las obras del símbolo del Renacimiento italiano, Miguel Ángel Buonarroti, quien termina a los 66 años el fresco sobre El Juicio Final (1537-1541) pintado en la Capilla Sixtina, pero también es el caso del pintor Rembrand; del compositor barroco Georg Friedrich Handel; del manierista italiano Tiziano; del cubista español Pablo Picasso; del escritor ruso León Tolstoi; y del escritor francés Víctor Hugo, quien escribió a los 60 años su conocida obra Los Miserables; del escritor alemán Thomas Mann, quien escribió el Doctor Fausto cuando tenía 71 años; del científico italiano Galileo Galilei; del fisiólogo ruso Iván Pavlov; de Charles Darwin; y del filósofo ilustrado francés Voltaire, quien aseguraba que debía su longevidad a que siempre estaba contento y a que no había perdido nunca su capacidad de amar, ni su capacidad de trabajar. 

Un vuelo panorámico por la historia nos muestra, que los poetas se suicidan generalmente a los 20 años y que los filósofos duran y duran, mucho más que los deportistas, a pesar de esto, no son comunes los estudios que relacionen sabiduría, calidad de vida, longevidad y salud. 

Para dar unos pocos ejemplos más, los filósofos Leibniz y Epicuro murieron a los 70 años; el filósofo enciclopedista francés Diderot a los 71 años; el chino Confucio, el español Miguel de Unamuno, el médico y filósofo inglés John Locke y el alemán Arthur Schopenhauer a los 72 años; San Agustín, obispo de Hipona, muere a los 76 años; Gastón Bachelard y Berkeley murieron a los 78 años; y el filósofo y matemático alemán Edmund Husserl vivió hasta los 79 años. Podemos seguir con otros casos, como el del filósofo griego Platón o con el del alemán Herbert Marcuse, quienes murieron a los 81 años; con Henri Bergson y Karl Popper que vivieron 82 años; o con el inglés Herbert Spencer, quien murió a los 83. 

Voltaire, Jeremías Bentham e Immanuel Kant murieron a los 84 años; el filósofo y psiquiatra alemán Karl Jaspers a los 86 años; los griegos Demócrito y el cínico Diógenes a los 90 años; y los filósofos británicos Thomas Hobbes a los 91 años y Sir Bertrand Russell, filósofo, matemático, lógico, activista social y escritor británico ganador del Premio Nobel de Literatura, a los 98 años, es decir, murió de viejo. 

El filósofo francés Blaise Pascal se quejaba de que el ser humano estaba mal hecho, pues en el momento que llegaba a desarrollar sus máximas capacidades intelectuales, ya en la plena madurez, el cuerpo empieza a deteriorarse y a fallar. El también filósofo suizo Henri - Frédéric Amiel sostenía, en pleno siglo XIX, que: "Saber envejecer es una obra maestra de la cordura y una de las empresas más difíciles del arte de vivir".

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Abel Fernando Martínez Martín

Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).

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