Por encargo del encomendero Antonio de Santana al artista andaluz Alonso de Narváez, el cuadro de la Virgen de Chiquinquirá fue pintado en Tunja sobre una manta indígena a mediados del siglo XVI, para la iglesia de su encomienda en Sutamarchán. Años más tarde, deteriorado el cuadro fue retirado por el párroco y trasladado por la mujer del encomendero a una humilde capilla de su hato ganadero en Chiquinquirá. Tras su renovación en 1587, se le atribuyeron poderes taumaturgos al cuadro de la Virgen de Chiquinquirá y, por eso, se realizaron masivas romerías entre Chiquinquirá y Tunja a causa de las pestes de los años 1587 y 1633.
En el altiplano andino se registran simultaneamente dos epidemias una de viruela y otra de sarampión en 1587 y otras dos más tarde, las de tifo exantemático y viruela del año 1633, la llamada Peste general, epidemias que diezmaron la población indígena de Tunja y en las cuales la imagen de la virgen de Chiquinquirá, traída en romería, dejó huellas en la ciudad con ocasión de las dos letales epidemias coloniales, donde fue utilizada como celestial medicina. A diferencia de la Virgen de Guadalupe, en el valle de México, la Virgen de Chiquinquirá se renueva en un sitio despoblado, un aposento ganadero en los confines de Tunja y Santafé con escasa población hasta las renovaciones del cuadro, cuando la afluencia de peregrinos aumentó y el cabildo de Tunja decidió fundar un poblado de españoles. Las causas de la epidemia se atribuyen a la idolatría de los indígenas y a la vida licenciosa de los encomenderos. Solo Dios podía parar el castigo divino, la imagen de la Virgen adquirió connotaciones taumatúrgicas al servir de intercesora para que cesaran las epidemias con su divina influencia. El 4 de enero de 1649 en el cabildo de Tunja varios vecinos pidieron licencia para edificar una capilla en honor a la taumatúrgica Virgen de Chiquinquirá en el alto al Occidente, por donde llegó dos veces a la ciudad.
La presencia médica en el Nuevo Reino fue precaria durante los tres siglos coloniales, la concepción hipocrática galénica arabizada traída de la Península no tenía muchos elementos para luchar contra las epidemias importadas que afectaban en especial a la población indígena causando la catástrofe demográfica. La ermita de Chiquinquirá en Tunja, levantada por los vecinos de la ciudad en agradecimiento a su celestial medicina, que por segunda vez los salvó de la peste producida por sus pecados como efectiva intercesora, fue construida en honor a la Virgen sin la advocación del Rosario que empieza a aparecer en el pueblo de Chiquinquirá a partir de 1636, cuando la Orden de Predicadores se encargó del santuario.
Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).