El reporte más antiguo del descubrimiento de la diacetilmorfina, nombre químico del derivado de la morfina que más tarde se llamará heroína, un opioide con propiedades analgésicas, es del año 1874, cuando el químico inglés C.R.A. Wright la sintetizó a partir de la morfina, en la Escuela de Medicina del Hospital St. Mary's de Londres, escuela y hospital donde estudiará y trabajará, posteriormente, Fleming con la penicilina. Al descubrimiento no se le dio mucha importancia, tardaron en dársela; lo mismo le sucedió a la penicilina.
23 años después, en el año 1897, resurgió el interés por el opioide, cuando el equipo de investigación de la industria farmacéutica alemana Bayer, que dirigía el profesor Heinrich Dreser, trabajaba en buscar un reemplazo de la morfina y de la codeína, que fuera menos adictivo, para poder aliviar los síntomas de los pacientes con problemas respiratorios. Consideraron que la diacetilmorfina, era un posible candidato y la sometieron a ensayos clínicos, primero con animales, luego con seres humanos.
Los resultados de la farmacéutica Bayer arrojaron que la diacetilmorfina reducía la tos y ayudaba a expectorar; es decir, el derivado de la morfina se convirtió en un jarabe antitusivo a finales del siglo XIX. No será la única de las drogas de control que iniciaron su desbocada carrera en la modernidad publicitadas como muy útiles, casi milagrosas; heroicos y benéficos medicamentos comercializados por la industria farmacéutica.
En 1898, Bayer empezó a producir un antitusivo que tenía a la diacetilmorfina como su ingrediente principal y llamó a su producto antitusígeno "heroína". La heroína de Bayer -"Si es Bayer, es bueno", es un aforismo del siglo XX, decía mi profesor de patología, Guillermo Fergusson, en sus clases en el San Juan de Dios, quien, además, llamaba en su libro, Benemérita a la Industria Farmacéutica-.
Tan solo once días después de lanzar al mercado la conocida y exitosa Aspirina, los laboratorios Bayer empiezan a comercializar un nuevo y revolucionario producto: la heroína, que es tres veces más potente que la morfina, pero a bajas dosis se comercializó en varias presentaciones: primero, como polvo en sobres; luego, como jarabe, pastillas, tabletas y supositorios y fue todo un éxito comercial como antitusígeno en todo el mundo. La heroína de Bayer suprimía la tos de los muy abundantes tuberculosos, sedaba la tos de los pacientes con neumonía, con bronquitis u otra enfermedad pulmonar crónica.
Al final del siglo XIX, en 1899, la farmacéutica alemana vendía su antitusígena heroína en varias presentaciones, en más de 20 países del mundo. La heroína se promocionaba como antitusivo, pero también como tratamiento para la adicción a la morfina, se utilizó para curar el alcoholismo y la ninfomanía y, también, para tratar la diarrea, la diabetes, la hipertensión y el hipo.
La engañosa publicidad de la farmacéutica Bayer presentaba a la heroína como un sedante, como el "sustituto no adictivo de la morfina". Se vendieron en el mundo, además de los millones de jarabes, millones de tabletas para la tos, cuyo ingrediente principal era la adictiva heroína.
Desde su lanzamiento comercial, aparecieron advertencias de que podía ser adictiva como todos los opioides. En la literatura médica de principios del siglo XX, entre los años 1900 y 1906, muchos artículos en las revistas médicas advierten que la heroína tiene un potencial adictivo y, a pesar de eso, en 1906, la Asociación Médica de Estados Unidos, la AMA, dio la aprobación para que la heroína se utilizase como remedio general y como un sustituto de la adictiva morfina, que, a su vez, se usó para tratar el opio.
En 1924, el congreso estadounidense prohibió la venta, importación o fabricación de la heroína en los Estados Unidos. La farmacéutica Bayer cesó la producción de su remedio de heroína de manera definitiva en 1940. Las ganancias fueron millonarias, los adictos a la heroína, cientos de miles.
Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).