El dolor nació con el hombre y lo acompaña durante toda la vida, desde el día que nace hasta el día en que se muere. La lucha contra el dolor es la lucha por la existencia del hombre mismo; el dolor, ha sido denominado el Centinela de la Salud, debido a su papel protector, al fijarle límites y colocarle barreras al ser humano. "El hombre es un aprendiz y el dolor es su maestro", sostenía el escritor francés Alfred de Musset, quien dejó sus estudios de medicina para dedicarse de lleno a la literatura, como igualmente lo hizo el médico español Pío Baroja, quien terminó su carrera de medicina en 1894, presentando la tesis doctoral "El dolor, estudio psicofísico". Don Pio Baroja abandonó la medicina y se dedicó a la panadería, lo que le permitió tener los ingresos suficientes para poder dedicarse de lleno a la literatura.
El dolor es un fenómeno complejo, multidimensional, en el que interactúan componentes bioquímicos, fisiológicos, neurológicos, motivacionales, afectivos, cognitivos, culturales, de género y de clase social; el dolor humano, asociado al sufrimiento personal, es algo que no se puede reducir fácilmente a palabras, que no se puede definir, ni menos se puede compartir, como nos ocurre con la mayoría de las sensaciones. La manera de sentir el dolor y el modo de expresarlo son, además de culturales, históricos como lo es todo lo humano.
Solo con la separación cartesiana de cuerpo y alma, en el hombre moderno, el dolor se separa del sufrimiento y pasa a convertirse en un signo de una falla mecánica, que ocurre en la máquina a que se asimila el cuerpo humano. Para el filósofo, matemático, jurista, y político alemán Leibnitz, "el Gran Ingeniero del Universo ha hecho al hombre tan perfecto, como podía hacerlo, y no pudo haber inventado un artificio mejor para su conservación que dotarlo con un sentido del dolor". El también filósofo y matemático, el francés Blaise Pascal, escapaba a las dolorosas neuralgias que padecía sumergiéndose en resolver sus problemas filosóficos.
El filósofo alemán Immanuel Kant, huía de sus dolores, de similar manera, por medio de la concentración. El también filósofo alemán Federico Nietzsche, quien sufría de brutales dolores, reivindica el dolor, le da sentido, proclamando que el dolor es el impulso vital que mueve al hombre y no lo es el bienestar, para Nietzsche el dolor: "liberta al espíritu (…) da la ciencia (…) busca siempre la causa de las cosas mientras que el bienestar se inclina por estar quieto y no volver la mirada atrás".
El fundador del psicoanálisis, el médico austriaco Sigmund Freud, viejo y enfermo, exiliado de su país, huyendo de los nazis antes de iniciar la Segunda Guerra Mundial, vive, al final de su vida, una desgarradora historia de dolor, causada por un cáncer en su mandíbula, al que Freud se refería como "mi querida neoplasia"; las 33 cirugías a las que los médicos someten a Freud son agresivas y numerosas, además de la implantación de prótesis, de la roentgenterapia y la radioterapia. En medio de estos problemas, el fundador del psicoanálisis, con respecto al dolor y a la anestesia, sostenía con claridad: "prefiero pensar entre torturas a no ser capaz de pensar con claridad", lo único que consistía tomar Sigmund Freud, quien fue uno de los pioneros en el uso de la cocaína como anestésico, tema sobre el que escribió varios artículos, era una tableta de Aspirina.
Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).