Paul D. MacLean (1913-2007) fue un médico neurólogo y psiquiatra estadounidense, quien realizó importantes contribuciones a las neurociencias en la segunda mitad del siglo XX. Aportó su concepción del sistema límbico como base de las emociones y su teoría evolutiva del cerebro triúnico, que proponía que el cerebro humano estaba conformado por tres cerebros evolutivamente fundidos en uno durante millones de años: el cerebro reptiliano, el sistema límbico y la neocorteza.

Terminada la Segunda Guerra Mundial inicia sus investigaciones y su actividad docente en la Universidad de Yale, donde plantea, en 1952, la existencia del sistema límbico, una serie de estructuras que controlan en el cerebro las emociones humanas.
En 1970, el doctor Paul MacLean desarrolló su sistema límbico dentro de la teoría del cerebro triúnico, cerebro triple, sosteniendo que el cerebro humano ha experimentado tres etapas de evolución, en millones de años, que en los mamíferos superiores desarrolló tres cerebros en uno.
El doctor MacLean murió a los 94 años, en 2007.
El concepto de sistema límbico, parte del cerebro que regula las emociones, se originó a partir de la hipótesis del médico y profesor de fisiología Paul MacLean de 1952, nombrado profesor asistente de psiquiatría en la Universidad de Yale en 1951, quien tenía fama de irreverente y de excéntrico. Paul MacLean planteó que un conjunto de estructuras neuronales funcionaba como un sistema que manejaba las emociones.
En 1970, MacLean desarrolló su sistema límbico al colocarlo dentro de una teoría más amplia, la hipótesis del cerebro triple, que sostiene que el cerebro ha experimentado tres etapas de evolución, que en los mamíferos superiores desarrolló tres cerebros en uno. La teoría del cerebro triúnico vio su máxima expresión en la obra culmen de Paul MacLean, publicada en 1990, The Triune Brain in Evolution, basada en amplios estudios anatómicos de cerebros animales, incluyendo caimanes y monos.
El primero es el cerebro reptil, el tallo cerebral, en la base del encéfalo, donde se encuentran los mecanismos básicos necesarios para la reproducción y la preservación de la vida y la especie. El cerebro reptil juega un papel importante en los rituales, el comportamiento agresivo, la violencia, la territorialidad y el establecimiento de jerarquías, que nos recuerda el Ello freudiano y nuestro lagarto pasado. Al nacer, el cerebro reptil está listo para funcionar.
Hace 60 millones de años, aparecen sobre la superficie de la Tierra los mamíferos y las aves y, con ellos, la segunda capa evolutiva del cerebro. El cerebro paleomamífero, el sistema límbico, que añade la experiencia actual y reciente a los instintos básicos del cerebro reptil. Con el sistema límbico se relaciona el afecto, la memoria, la admiración por otros, la preocupación por los hijos, la ternura, la solidaridad, los celos, el juego, la risa, el altruismo y la religiosidad.
El cerebro neomamífero, la neocorteza, es el que regula las emociones específicas basadas en las percepciones e interpretaciones del mundo. El hombre moderno se caracteriza por el notable desarrollo de una última capa cerebral: la corteza, la materia gris, la parte más voluminosa y de más alta complejidad del cerebro humano, sede del pensamiento. La neocorteza envuelve el sistema límbico, superponiéndose e intercambiando información con las capas profundas del antiguo cerebro. Está compuesta por 10.000 millones de células en un área de 2.200 cm2., de los cuales sólo un tercio alcanza la superficie, los otros dos tercios están plegados en los surcos cerebrales, permitiendo la expansión de la arrugada corteza, en el limitado espacio de la bóveda craneal humana. En la neocorteza está la capacidad de abstracción y asociación, el razonamiento, recordar el pasado y planear el futuro, la creatividad, la fantasía, el humor, el lenguaje, la música, la poesía, el arte, la danza, las matemáticas, la ciencia, la ética y la filosofía. Cultura y civilización, democracia y paz son productos culturales de nuestros lóbulos frontales, que se ocupan de las funciones cerebrales integradas como simbolizar, pensar, conceptuar, planificar y manejar conscientemente las emociones.
El lenguaje humano hizo posible la comunicación de pensamientos y sentimientos entre diferentes cerebros que generaron la cultura humana. Cultura que multiplica la información biológica contenida en el ADN de la especie humana, dándole increíbles ventajas evolutivas al Hombre, como especie que puede enriquecerse con la memoria cultural, que transmite de generación en generación a sus futuros descendientes mediante el aprendizaje. La cultura nos convierte en Homo sapiens sapiens: el hombre que sabe que sabe.

Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).