La creciente complejidad de los brotes de enfermedades de transmisión alimentaria exige nuevas tecnologías y mayor transparencia.
Los alimentos insalubres, es decir, los que contienen bacterias, virus, parásitos o sustancias químicas perjudiciales, provocan más de 200 enfermedades, desde diarrea a cánceres. Se estima que 600 millones de personas (casi 1 de cada 10) enferman tras ingerir alimentos contaminados y que cada año mueren 420.000 personas por esa razón. Los menores de cinco años soportan el 40% de la carga de las enfermedades de transmisión alimentaria, que cada año provocan 125.000 muertes en este grupo de edad.
En este contexto, por primera vez en un decenio se reúnen autoridades y expertos responsables de la inocuidad de los alimentos procedentes de 135 países para exhortar a la adopción de medidas más drásticas para proteger la salud de las personas y salvaguardar las economías nacionales y mundiales de los efectos de la creciente complejidad de los brotes de enfermedades de transmisión alimentaria.
La segunda reunión mundial de la Red Internacional de Autoridades en materia de Inocuidad de los Alimentos (INFOSAN) se celebra entre el 9 y el 11 de diciembre en Abu Dabi. La Autoridad de Abu Dabi para la Agricultura y la Inocuidad de los Alimentos acoge este evento, organizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
"El número creciente de brotes de enfermedades de transmisión alimentaria de complejidad cada vez mayor sega vidas, provoca enfermedades y amenaza la salud y las economías futuras", señaló al respecto el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, que añadió: "Los países deben invertir en tecnologías para rastrear las emergencias que amenazan la inocuidad de los alimentos". "También deben ser transparentes a la hora de compartir información sobre los brotes a fin de prevenir su propagación transfronteriza y los riesgos que conllevan para la salud", complementó.
INFOSAN es una red mundial de 190 autoridades encargadas de la inocuidad de los alimentos, gestionada conjuntamente por la OMS y la FAO. La red presta apoyo a los gobiernos en la gestión de los riesgos para la inocuidad de los alimentos. Desde la primera reunión mundial de INFOSAN se ha detectado un aumento considerable en el número y la escala de las emergencias de transmisión alimentaria, impulsadas por la mundialización del comercio de alimentos y piensos.
Varios incidentes importantes ocurridos recientemente demuestran los efectos mundiales de tales amenazas, por ejemplo, el brote de listeriosis en España en 2019, el más importante de la historia del país, que hizo enfermar a más de 200 personas, tres de las cuales murieron; el mayor brote de listeriosis del mundo, declarado en Sudáfrica en 2017-2018, en el que se intoxicaron más de 1000 personas y más de 200 murieron; y un brote de listeriosis en 2018 en Europa vinculado a la producción de hortalizas congeladas en una fábrica húngara afectó a siete países e hizo enfermar a 47 personas. En la fábrica se producían productos alimenticios que se exportaban a más de 100 países.
Secuenciación compleja del genoma
La OMS indica que, con todo, la colaboración internacional a través de INFOSAN durante la respuesta a esos eventos demostró el potencial de las nuevas tecnologías, en particular la «secuenciación completa del genoma» y el intercambio de información para rastrear los contaminantes que se transmiten por los alimentos. Mediante la secuenciación completa del genoma se determina la secuencia completa del ADN del genoma de un organismo en un momento dado. Ello, a su vez, incrementa la posibilidad de diferenciar entre los casos de enfermedad de transmisión alimentaria debidos a un brote y los casos esporádicos e inconexos. También permite a las autoridades ubicar con precisión los lugares contaminados en los que es necesario intervenir.
En la reunión de INFOSAN se analizan otras cuestiones importantes que pueden dar lugar a emergencias debidas a enfermedades de transmisión alimentaria, por ejemplo, el fraude alimentario: la producción y venta de alimentos con etiquetado falso o fraudulento, en particular de los ingredientes que contienen; y el comercio electrónico y ventas en línea: la generalización de las nuevas plataformas para adquirir y suministrar alimentos plantea nuevos retos para la inocuidad alimentaria, con cadenas mayoritariamente no reguladas de distribución de alimentos que complican la trazabilidad.