En el año 326 de nuestra era, el emperador Constantino el Grande, convierte la Ciudad de Bizancio en Constantinopla, la nueva capital del Imperio Romano, donde se dará la última y bastante modesta floración de las culturas helenística y romana, que se unen nuevamente con Oriente y, sobre todo, con la cultura cristiana. La filosofía y la jurisprudencia le ganan derechos a la medicina, durante los largos mil años que durará el Imperio Romano de Bizancio hasta la caída de Constantinopla, en manos de los turcos, que abre la puerta de la Edad Moderna y cierra la de la Edad Media.

En la cultura bizantina se nota la influencia filosófica del neoplatonismo y del misticismo; la ciencia está sometida nuevamente a la autoridad de la Iglesia, igual le sucede a la medicina. Famosas por su esterilidad, son las discusiones bizantinas que, incluían temas tan productivos como averiguar cuál es el sexo de los ángeles. Trocada la razón y la experimentación griegas por el dogmatismo cristiano, la medicina entra en franca decadencia.
Sin embargo, durante la época bizantina se distribuyen gratuitamente alimentos a los pobres, se fundan muchos hospitales. En el siglo IV se inició el desarrollo de la cáritas como una novedad doctrinal con un fuerte sentido religioso y social. La Iglesia destinó parte de sus bienes al socorro de pobres y enfermos. La alta Edad Media marcó el nacimiento de la figura de la atención doctrinal del pobre, ausente en las ciudades de la antigüedad. La asistencia a los miembros más débiles de la comunidad incluyó a los pobres y a los enfermos, que serán atendidos en una institución de características singulares: el hospital. En Occidente los hospitales padecerán de manera sistemática el empobrecimiento de la vida urbana, por lo que se reducirán a simples hospicios.
El hospital más antiguo es el creado en el año 370 por san Basilio de Cesárea Obispo, en Capadocia, hoy Turquía. La atención de los enfermos pasa de los médicos helenísticos a los sacerdotes bizantinos, los hospitales están destinados a hospedar a viajeros y a enfermos, son instituciones destinadas más para ejercer la caridad cristiana, que centros para ejercer la medicina. En el año 400 se fundan los hospitales de Jerusalén y Roma, en el 512 el de Lyon, en el 610, el de Alejandría. En el Imperio Romano de Oriente, con más riqueza, menos violencia y ciudades más grandes que las de Occidente, el hospital se instituyó a partir del siglo VI por iniciativa de diversos religiosos y recibió el reconocimiento oficial por parte del emperador Justiniano. A diferencia de los hospicios para pobres y peregrinos de Occidente, los hospitales bizantinos lograron tener servicios parcialmente diferenciados y ofrecer asistencia médica.
Existían en Constantinopla cargos médicos oficiales además de corporaciones médicas que los agrupaban, era necesario un título para poder ejercer la profesión en Constantinopla que, con la influencia del cristianismo y la caída de Alejandría en manos de los árabes en el año 642, marcan la decadencia de Bizancio y el auge de la llamada por la historiografía Medicina Monástica.
Entre las figuras médicas de Bizancio se destaca Alejandro de Tralles (525-605), Gran Chambelán de la Corte de Constantinopla, de familia de médicos y viajero, Alejandro sobrepasa en originalidad a todos los médicos bizantinos, de familia pudiente, su hermano construye la famosa Basílica de Santa Sofía. Trabaja como médico en Roma. Alejandro de Tralles escribió 12 libros de medicina práctica, es decir, sobre patología y terapéutica de las enfermedades internas, basado sobre fundamentos hipocráticos, recurre también a hechizos e incluye aportes originales. Atribuye la gonorrea a una plétora de flema como consecuencia de la abstinencia sexual prolongada.
Humoralista, Alejandro de Tralles sintetiza la labor del médico humoralista de su tiempo: "el cometido del médico consiste en enfriar lo caliente, calentar lo frío, secar lo húmedo y humedecer lo seco". Tratando de sacar del cuerpo la materia morbosa, utiliza los purgantes, las sangrías, los eméticos, los diuréticos, la sudación, las lavativas y los masajes.

Abel Fernando Martínez Martín
Doctor en Medicina y Cirugía, magíster y doctor en Historia.
Grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá- Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).